AS (Levante)

El niño que no podía caminar y ahora es el héroe del Delteco

Tuvo una grave lesión a los 8 años

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Beqa Burjanadze nunca lo tuvo fácil y cualquier éxito lo saborea más que nadie. El pívot georgiano del Delteco GBC estableció el pasado sábado nuevos topes personales: 30 puntos y 37 de valoración. Tras pasarse el año pasado en blanco en Andorra por una grave lesión (un desgaste en el cartílago de la rodilla derecha), disfrutó como nunca en una pista.

Burjanadze ha sufrido tanto hasta llegar aquí que lleva tatuado en el alma un lema: “Los fuertes nunca se rinden”. De niño tenía sobrepeso. “No apoyaba bien al correr”, describe. A los ocho años, se rompió un hueso del talón, primero en el pie derecho y luego en el izquierdo. Los médicos le avisaron que posiblemen­te no volvería a andar con normalidad. Pero él no decaía. Dormía con un balón, pensaba que encestaba en una canasta imaginaria…

Viajó con su madre a Alemania en busca de curación. “Mis padres vendieron todo para poder pagar el viaje y la operación”. Pero no acabó caminando. “Un día una compañera le habló a mi madre de un anciano que trataba huesos rotos”. Así que comenzó otra peregrinac­ión: en un minibús desde Tiflis hasta el pueblo del milagrero. Pero la carretera no llegaba hasta allí y tuvieron que hacer el último tramo “por un camino de piedras y barro”. Como él no podía andar, su madre le llevaba en brazos. Allí, el curandero le aplicó una crema y un vendaje. “¡En menos de un mes estaba jugando de nuevo! Esa crema me salvó la vida. Mi familia siempre ha sido religiosa, pero yo desde entonces creo en los milagros”.

La vida le negó a Beqa una infancia normal: a los 14 perdió a su padre. “Tuve que pensar como un hombre a partir de entonces”. Con 15, nuevo giro: acudió al Europeo B con Georgia y despertó el interés del Sevilla. Así que dejó su país y se vino a España.

En 2014, Los nuevos dueños americanos llegaron a Sevilla y no contaron con él, así que se marchó a la LEB Oro (A Coruña). Eso le permitió remontar, ir al Andorra y después al Gipuzkoa.

El niño que regateó a la desgracia no para de soñar. “Quiero llegar lo más lejos posible, como todos los deportista­s. Solo quiero que cuando mire atrás vea que me he dejado el alma en mi trabajo, así estaré satisfecho. La misión ahora es ganar para salvar la categoría”. Ya saben, “los fuertes nunca se rinden”. Lo de fuerte se le queda diminuto.

Curandero “¡En un mes estaba jugando! Ahora creo en los milagros”

Objetivo “Cuando mire atrás, quiero ver que me he dejado el alma”

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RECUPERADO. Beqa Burjanadze anotó hace una semana 30 puntos.

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