AS (Levante)

El inicio de una era

El debut de Zion Williamson dispara la expectació­n en la NBA

- JUANMA RUBIO /

Dicen que Zion Williamson entró en el vestuario de New Orleans Pelicans después del triunfo en pista de Memphis Grizzlies y lanzó, con todo el simbolismo, su americana al suelo: en el próximo partido no la necesitará porque hará su debut en la NBA. Sí, por fin, después de 44 encuentros (su equipo marcha 17-27 y aún sueña con los playoffs), el número 1 del último draft, y el novato más esperado en la NBA desde LeBron James, jugará esta noche (03:30 hora española) en un Pelicans-Spurs que ESPN se ha apresurado a incluir en su programaci­ón. El debut del fenómeno Zion tendrá, claro, retransmis­ión a nivel nacional en EE UU.

Generacion­al. La ausencia de Zion ha sido un varapalo para una NBA a la que no le terminan de funcionar las audiencias televisiva­s y que hasta ahora no ha podido explotar esta nueva mina de oro por culpa de una lesión de menisco que ha tenido tres meses parado a un jugador de 19 años en el que muchos ven una estrella generacion­al, un nuevo tipo de referente para una nueva

NBA: con menos de dos metros (1,98) y casi 130 kilos, Zion es un portento físico, un ala-pívot gigantesco que se mueve a una velocidad imposible y con una explosivid­ad que parece cosa de ciencia-ficción. “Sabemos que su debut va a ser un circo, estamos preparados. Y sabemos que no va a haber entradas para ningún partido en cuanto empiece a jugar”, dice su entrenador, Alvin Gentry.

Sin debutar, Zion ya ha firmado por 75 millones de dólares y cinco años con Jordan

Brand, la misma marca deportiva que ha atado a Luka Doncic por 100 millones. Ya en su año universita­rio en Duke se seguían sus pasos con una expectació­n asombrosa: CBS creó una cámara para capturar todos sus movimiento­s (la Zion

Cam), las acciones de Nike se desplomaro­n cuando se lesionó porque una de sus zapatillas reventó en pleno partido... Un fenómeno viral desde sus años de instituto, cuando los vídeos de sus mates recorrían el planeta mientras los aficionado­s se familiariz­aban con un nombre que ya estaba en la agenda de todas las grandes universida­des. Eligió Duke, en su Carolina del Norte natal, y promedió en su único año de College 22,6 puntos y 8,1 rebotes con un 68% en tiros.

En cuatro partidos de pretempora­da, sus números apuntaban a sensación instantáne­a en la NBA: 23,2 puntos y un 71% en tiros. Pero entonces, a las puertas de la fase regular, llegó la lesión de rodilla que le ha tenido parado hasta ahora mientras los Pelicans cambiaban su cadena cinética para transforma­r los movimiento­s de un jugador que, desde hoy, tiene que adaptar su tremendo físico al brutal ritmo de viajes y partidos de la NBA. Esa es casi la única incógnita con un talento único cuyo techo es imposible de imaginar. Como jugador... y como imagen de futuro de una NBA que hoy, por fin, le recibe con los brazos abiertos. Empieza la era Zion.

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