El ‘servicio militar’ de Riqui Puig
■ Riqui Puig se ha convertido, a pesar suyo seguramente, en un símbolo del Barça. A sus 20 años se le señala como el banderín de enganche del ADN Barça y se exige su presencia como un claro síntoma de que los tiempos están cambiando respecto a la liquidada era Valverde. Con Setién, la situación ha cambiado. Riqui entró en la convocatoria y participó en el gol decisivo ante un Granada en inferioridad. Sus incondicionales elevaron su actuación a partidazo determinante.
Subidas a esa ola, las expectativas en Ibiza eran máximas. Riqui apuntaba a titular e iba a jugar al lado de De Jong. Nada podía salir mal. Pero salió. Riqui se vio superado por la ocasión. Nada raro en un jugador de su edad pero preocupante para los que le han elevado a los altares sin hacerle ningún favor. Riqui tuvo un mal partido y quedó retratado en el 1-0 del Ibiza. No supo leer la subida del centrocampista que tenía a su cargo e incluso pareció que le facilitaba el disparo con su timidez a la hora de interponerse en la trayectoria del balón. Pese a que en Segunda B ha demostrado no tener miedo, quedó claro que a Riqui le falta mili y kilometraje. Su talento es innegable; su calidad, también. Lo que es discutible es el oropel y la fanfarria que condenan a un recluta a ser Napoleón en cada una de sus actuaciones.