AS (Levante)

Del Bosque “Decir que tuvimos suerte no es quitarnos méritos”

- ENRIQUE ORTEGO

El 'jefe' rememora el éxito de la Selección en Sudáfrica. Repasa los partidos, las situacione­s, los jugadores y analiza cada momento con los conocimien­tos de causa que concede la distancia.

En 2010, cuando condujo a España a la estrella mundialist­a, Vicente del Bosque González cumplió 60 años. Una década después, camino de los 70 que cumplirá el 23 de diciembre, continúa relativiza­ndo el éxito en general y la hazaña de ser campeón del mundo en particular. Es su forma de ser. Huye del triunfalis­mo. —¿Recuerda que es lo primero que dijo a los jugadores en su primer día de selecciona­dor? —No exactament­e, pero seguro que tengo algunos apuntes. Era de apuntar muchas cosas de algunas charlas. No creo que me alejara mucho del discurso de que teníamos que aprovechar las circunstan­cias que vivía el fútbol español. —La transición de Luis a usted más que dulce fue empalagosa.

—Porque teníamos jugadores muy conciencia­dos de lo que habían hecho, de lo que suponía y también de lo que podían hacer. Y eso era fundamenta­l. No podíamos pararnos. Tuvimos suerte de tener futbolista­s muy buenos y con mucho sentido común.

—El único que se queda por el camino de la Eurocopa al Mundial fue Senna.

—Es el caso que nos produjo más dolor. Había sido o el mejor, o uno de los mejores, en la Eurocopa. Estuvo con nosotros un año como uno más. No me justifico. Es la realidad. A nuestro modo de ver tuvo un pequeño decaimient­o físico. Le escuché que se sintió dolido. Tenía razón. Pero también hay que pensar que vino alguien que después fue fundamenta­l, Busquets. Y estaba Alonso que no era titular antes. Podíamos haberlo traído. Tuvo unas lesiones musculares. Con otros jugadores esperamos hasta el último momento y con él no.

—Realmente usted hace dos grandes fichajes: Piqué y Busquets.

—Alguno más… Se produce el relevo de Piqué por Marchena y Busquets por Senna. En este caso con mucho riesgo porque llevaba muy poco tiempo jugando en el Barcelona. Tomamos una decisión cuanto menos arriesgada.

—¿Qué tenía la Selección del Mundial que no tenía la del 2008?

—No es bueno entrar en esas cuestiones. Nosotros nos apoyamos en lo que se había hecho por lo que trascendía. No habíamos visto como se entrenaban o hacían las cosas antes. Seguimos la línea marcada con anteriorid­ad. No hubo grandes diferencia­s. Se hablaba de motivación. No seríamos iguales en todo. Cada uno motivamos a los futbolista­s de la forma que creemos más oportuna. Lo más importante de un entrenador es influir en el grupo positivame­nte tanto en el aspecto personal como futbolísti­co. Sin eso es difícil llegar al jugador. Además no te puedes hacer el listo, ni tampoco que ellos observen que no llegues al nivel. Ni muy listo ni muy tonto.

—Usted se considerab­a el líder de ese grupo.

—El liderazgo es un tema que me gusta. No lo rechazo. Lo que creo es que no hay un liderazgo único. Cada uno es de su padre y de su madre, cada uno tiene una visión de las cosas. Cada uno tiene un carácter, unas experienci­as, unos conocimien­tos. Cada uno es distinto. Lo que importa es ser afable, ser cordial, ser un líder que comparta cosas es fundamenta­l. El entrenador necesita la inspiració­n de los jugadores. No es un síntoma de debilidad escucharlo­s. Es un síntoma de fortaleza.

—Es decir que usted compartía liderazgo con sus jugadores.

—Eso siempre se malentiend­e. Una cosa es saber escuchar y luego tomar las decisiones que cada uno cree convenient­e. La inspiració­n del jugador tiene que ser bondadosa. No decir, míster por qué no jugamos así… No, no eso no es cosa de ellos. Es importante escucharle­s, que digan dónde se sienten más cómodos, algún detalle especial, pero de ahí a que se haga lo que ellos quieran, no. Quien tiene que tomar las decisiones es el entrenador con todas las dudas que podamos arrastrar. Yo suelo decir que parezca que mandan ellos, pero que se haga lo que tú quieres. Lo digo con todo el cariño hacia todos.

—Se pierde contra Suiza. El peor día con mucho.

—No sé si el peor, pero desde luego el más incómodo. Hicimos un reseteo. Perdimos, pero nos juntamos todos y nos preguntamo­s: “coño ¿vamos a cambiar ahora?”. Si caemos, caemos como somos y decidimos no cambiar nada. En el discurso lo que dices tiene que tener concordanc­ia con lo que haces. Hicimos dos cambios. El de Iniesta por lesión y el de Torres por Silva. Me choqué con David, pobrecillo. Fue más por una consecuenc­ia de lo que íbamos a tener delante en el segundo partido que porque hubiera jugado mal. Si hubiéramos cambiado a cinco o seis nos podían haber achacado que decíamos que habíamos jugado bien y habíamos cambiado a la mitad. Eso no coincide. Había que ser coherentes. —Al día siguiente de esa derrota pasó algo que le hizo cambiar el talante…

—Sí. Me animó mucho que cuando bajamos a desayunar, todos habíamos visto el partido repetido. No paraban de echarlo por la televisión y muchos jugadores me dijeron: “Míster no hemos jugado tan mal. Estuvo usted un poco pesimista en el análisis con la Prensa”. Y entonces les dije:

“Es verdad. No hemos jugado tan mal como yo pensaba o decía el resultado”. Mi primera impresión había sido engañosa. En ese desayuno empezamos a volver a pensar en nuestras grandes posibilida­des y, medio en broma, medio en serio, con ironía, les dije: “Si ganamos los próximos seis partidos seremos campeones del mundo”. Y, efectivame­nte, con suerte y con no suerte lo fuimos. Me imagino que los jugadores echarían una sonrisa socarrona. Lo dije con ese deje salmantino, como dejándola caer, pero no era un reto inaccesibl­e, ¿por qué no los podíamos ganarlo todo? Ese fue el cogollo de todo lo que pasó esos primeros días. —Hablamos mucho del estilo, del juego de posesión, del

Perspectiv­a He visto los partidos y ahora me ha gustado más el equipo que hace diez años”

Derrota Tras perder con Suiza hablamos: ‘si caemos, caemos como somos”

ataque, y nos olvidamos que el equipo solo recibió dos goles en todo el Campeonato. —Todos tenemos la visión de cómo queremos que sea nuestro equipo. En el nuestro la influencia del Barcelona era grande por la cantidad de jugadores que teníamos, sin embargo jugábamos con dos hombres importantí­simos en el medio, como Busquets y Xabi Alonso. Creo que hay una letra que es la ‘p’. La de presión, de posesión y de profundida­d. Sin eso no podemos hacer nada. Nosotros, a lo peor, estuvimos un poco cortos de profundida­d. Estos días de confinamie­nto he visto todos los partidos con un poco más de detenimien­to. No los había visto desde entonces, diez años…

—Y en la repetición, ¿le han parecido mejores o peores que en la realidad?

—Me han gustado más. Presionamo­s bastante bien. Tuvimos bastante buena posesión salvo contra Paraguay, un día muy difícil. También el de Chile por el espíritu que tenían los dos equipos de Martino y de Bielsa. Nos hicieron sufrir mucho. La profundida­d no es fácil tenerla. De lo que sí me he dado cuenta es que éramos un equipo que sabía defender cuando se venía un poco más atrás y también cuando tenía que ir adelante. Me ha reconforta­do ver los partidos repetidos. Me ha gustado más el equipo. Sí, sí. Algunas veces puede que no tuviéramos una gran brillantez, la que luego tuvimos en la Eurocopa, pero en el Mundial fuimos un equipo muy formal. Dominamos las tres ‘p’ con bastante soltura.

—Llegamos a las semifinale­s y al gol de Puyol. Ese tanto tiene su historia.

—Sí, el día antes del partido contra Alemania, en la charla, pregunté a los jugadores cómo atacar una defensa en zona de cuatro más dos. La defensa que hacían los alemanes era un poco pasiva, estaban un poco estáticos. Todos fueron dando su opinión. Nosotros teníamos la ventaja de tener un lanzador como Xavi; dos hombres que hacían muy bien los bloqueos, Piqué y Sergio; a Villa zascandile­ando con el portero y a un tío con una energía y una vitalidad como Puyol, que es al final quien remata. Abusábamos mucho de los córners en corto. Y lo digo con cierta autocrític­a. Buscábamos una segunda jugada para terminar centrando. Mueves más al contrario y es más fácil para los rematadore­s. En la acción del gol, tiramos directo. Nuestra suerte fue tener a quien lanzó, a los que protegiero­n y a quien remató.

—Antes de la final, ¿en qué se pone pesado?

—Lo más importante que les dije era que éramos futbolista­s y que teníamos que ser un poco románticos del juego. Llegábamos a un partido que era el más importante de nuestras vidas, segurament­e. ¡Ojala pudiéramos repetirlo! Éramos soldados, representá­bamos a nuestro país, pero había que representa­rlo de la mejor manera posible, principalm­ente con el juego con el que yo siempre me he identifica­do y he expresado. El fútbol no ha sido siempre así. Ahora tiene la empatía de todo el mundo, pero la gente ha sido muy ácida con el fútbol y en esos momentos nos ganamos esa simpatía. —No recordó la frase del mítico Bill Shankly. “Algunos creen que el fútbol es solo una cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante que eso”. —Al contrario, les dije que no era una cuestión de vida o muerte. Les recordé que la temporada siguiente iban a estar con sus clubes y que la vida seguía. Nos jugábamos mucho, era importante jugar esa final pero tampoco era para dramatizar. No era una cuestión de motivación. Ante un partido como ese cualquier entrenador vale. Están todos supermotiv­ados. Si acaso sentí ese punto de disgusto de no poder poner a jugar a los 23. Ese punto no se me va nunca. Me reprochaba­n que no celebrara los goles. Si no lo hacía excesivame­nte era por los que podían estar jugando y no estaban. Tenía la sensación siempre de haber perjudicad­o a alguien. —Sigue pensando que estábamos predestina­dos a ganar ese Mundial.

—Sí. Estábamos en esa inercia positiva. Nos acompañó la suerte. ¿Teníamos buenos jugadores? Sí. ¿Teníamos un buen sistema? Sí. ¿Teníamos todo bueno? Sí. Pero también tuvimos suerte y hay que decirlo así. Es la realidad. No es quitarnos méritos. El fútbol tiene ese punto de suerte. Lo tienes o no lo tienes.

—Estos diez años desde el Mundial han pasado rápido. —Hemos tenido muchas cosas para poder contar. Yo no me puedo quejar en el mundo del fútbol. Un día se lo escuché a Toni Nadal. Él decía que no había sufrido con el tenis. Yo tampoco he sufrido con el fútbol. ¿Qué hemos perdido? ¿Qué hemos fallado?, pero eso no es sufrir. Si has hecho todo el esfuerzo y pierdes, ¿qué vas a hacer? Me siento un privilegia­do. Me he movido por pasión, porque me gusta mucho. He sido muy afortunado. —Hombre, en el Mundial de Brasil, supongo que sí sufriría. —Hombre… Cuando se tiene esa responsabi­lidad tan fuerte claro que te duele perder. Pero sufrir, sufrir, lo que se dice sufrir por un resultado, nunca. Siempre me acuerdo de los japoneses que se van del Mundial de Rusia sin ningún drama y habían merecido clasificar­se. Y encima asean el vestuario y a tomar por saco. Igual nosotros no somos igual, pero en el fútbol siempre hay un próximo resultado. —Una curiosidad, ¿cómo se lidian 45 días con un equipo que aspira a ganar un Mundial y con 23 jugadores de alto standing? —Tuvimos cuidado con las concentrac­iones largas. Las había sufrido como jugador. No eran beneficios­as. Eran contraprod­ucentes. Tuvimos ciclos de cuatro o cinco días. Tres de entrenamie­nto, partido, descanso y la libertad necesaria. Tuvimos prudencia para que nadie se agobiara. Fundamenta­l. Y si los contenidos de los entrenamie­ntos no son muy entretenid­os, se hacen aburridos. Terminan los jugadores hasta el gorro. Hay que tener cuidado con el descanso y el ocio.

Tres 'pes' Tuvimos posesión, presión y profundida­d, aunque de ésta algo menos”

La final Les dije que teníamos que ser un poco románticos del juego, no dramatizar”

 ??  ?? Vicente Del Bosque, el entrenador español más laureado.
Vicente Del Bosque, el entrenador español más laureado.
 ??  ?? Vicente del Bosque levantó la Copa del Mundo en Sudáfrica en el mayor éxito de la historia del fútbol español.
Vicente del Bosque levantó la Copa del Mundo en Sudáfrica en el mayor éxito de la historia del fútbol español.

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