El Espanyol salva al Eibar
Expósito obra la permanencia matemática en dos penaltis por mano de Gómez y Bernardo ● Enésimo dislate perico
Llegaba el Eibar a Cornellà inmerso en una sequía goleadora que duraba tres partidos y con la necesidad de ganar para evitarse un morrocotudo lío con el descenso. Tranquilos debían estar, porque no hay complicación que no cure este espantoso Espanyol, el peor de su historia, que no contento con echar una mano a los armeros les echó dos para garantizar su permanencia en Primera, que desde anoche es matemática.
La ONG de LaLiga, que ya salvó al Betis, al Levante, que alejó al Leganés del farolillo rojo y mantuvo las opciones del título del Barcelona, hace de un modo impoluto los deberes de los demás, cuando el cuaderno de los suyos propios lo lanzó hace ya tiempo por el sumidero. Un afán que le costó ya el descenso directo y que con Rufete se cuenta por derrotas: cinco lleva el entrenador. Un horror.
Como antes a tantos otros equipos, le bastó al Eibar con plantar más centrocampistas que delanteros y esperar los errores del Espanyol, que siempre llegan. Colectivos o individuales. De estos últimos fueron los regalos esta vez, casi idénticos. En el 23’, no pudo ser más voluntaria la mano de Víctor Gómez, superadísimo, que significó el primer penalti. Y el primer tanto de Edu
Expósito. Apenas 12 minutos más tarde, repitió Bernardo, abriendo los brazos en lugar de esconderlos. En esta ocasión, adivinó Diego López las intenciones de Expósito, quien aun así acertó en el rechace.
Con un tiro al palo de Calleri, y con la entrada de Raúl de Tomás para la última media hora, trató de maquillar su enésimo ejercicio de sonrojo un Espanyol que evoca a esos funerales anacrónicos de pueblo, con todo un séquito realizando un pasacalles, casi siempre por el camino más largo posible hasta el cementerio. Como en Cinema Paradiso, pero sin necesidad de recurrir a la banda sonora de Ennio Morricone para echarse a llorar.
Y mientras la comitiva avanzaba (o retrocedía), se limitaba el Eibar a entregarle el balón a los pericos para que pasaran los minutos y nada nuevo sucediera. Para asegurarse la salvación los armeros y para profundizar los pericos en su despropósito sin fin.
Por la vía rápida Bastó a los armeros con esperar los errores pericos, que siempre llegan