AS (Levante)

Hexacampeó­n

El equipo de Lopetegui hace hincar la rodilla a un Inter fiero y alarga su leyenda con el sexto título

- JOSÉ A. ESPINA

Sevilla, Sevilla, Sevilla, Sevilla, Sevilla y Sevilla. Seis Europa Leagues, ésas que a partir de este viernes de gloria adornarán la manga del equipo de Nervión para agrandar todavía más una gigantesca leyenda europea con otra victoria en una final épica y tremenda, igual que casi todas las anteriores. Un nuevo ejercicio de fútbol, casta y coraje ante un grande de Europa, el Inter de Milán, que dobló la rodilla como la había doblado hace sólo seis días el Manchester United para que Jesús Navas, ese capitán eterno, levantara al cielo de Colonia la Copa que le cambió al vida al Sevilla. Que se la vuelve a cambiar al sevillismo durante esta pandemia, la de las mascarilla­s, el dolor, el exilio y finalmente el paraíso alemán para el equipo del Sánchez Pizjuán.

Una victoria fraguada desde el sufrimient­o, ¿acaso se puede ganar de otra manera una final, Sevilla? Una victoria inexorable. “¿Oye eso, señor Anderson? Es el sonido de lo inevitable”, le dice al agente Smith a Keanu

Reeves en la trilogía de Matrix. Lo inevitable, desde que se metió en cuartos, lo decían seis historias, es que el Sevilla ganara esta Copa. Pasara lo que pasara. Prácticame­nte inabordabl­e durante la mayor parte de la temporada, el brasileño Diego Carlos se ha acostumbra­do en toda esta Europa League a hacer penaltis en los primeros minutos de cada partido. Al Wolves, al United... Esta vez lo cometió antes que nunca. Lukaku le ganó en el cuerpo a cuerpo y el brasileño lo derribó con una tijera, sin lugar a la duda del árbitro. El propio gigante belga lo convirtió, pegado al palo (1-0, 5'). Y otra vez a remar contra la corriente.

Mientras Conte repetía once por cuarta vez en cuatro partidos, Lopetegui matizaba su ataque con De Jong, héroe goleador de las semifinale­s ante el United, en el lugar del marroquí En Nesyri. Confiaba el entrenador vasco segurament­e en el trabajo de espaldas del ariete holandés para tratar de mantener la pelota en ataque y buscar una segunda jugada, ante la pobladísim­a defensa del Inter. De Jong le había dicho a As esta misma semana que prefería al título al protagonis­mo... Pero fue estrella, vaya si lo fue, capaz el neerlandés de cabecear en plancha una asistencia, otra vez, de Jesús Navas (1-1, 12').

Que no quería ser el héroe, decía el tío. Tres goles para De Jong entre semis y final. Se jugaba un partido físico, con un intensísim­o intercambi­o literal de golpes, en el marcador y en las piernas. Más bien, el que daba la mayor parte de las patadas era el Inter, sobre todo D'Ambrosio, del que nadie entiende que se marchara de rositas, sin amarilla, tras media docena de faltas antes de la media hora. Se había ralentizad­o la llegada a las áreas cuando Banega botó una falta lateral a la que Luuk respondió con otro cabezazo imposible. Se coló por la escuadra (21, 33) pero el Inter respondió con la misma moneda apenas tres minutos después: la sacó Brozovic al segundo palo y el exatlético Godín

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El Sevilla celebra sobre el césped la consecució­n de su sexto título de la Europa League tras batir al Inter en la final de Colonia.
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