AS (Pais Vasco)

“O Neymar... o servidora”

El salón era una guerra de trincheras a la que estuvo a punto de unirse el vecino

- POR XABIER FORTES

Qué forma de celebrar el día de la mujer trabajador­a”, soltó a modo de reproche mi chica mirando hacia el sofá. Era el minuto 88 de partido, todo perdido ya, pero ahí seguíamos los hombres de la casa esperando el milagro, sin prestar atención a las labores domésticas. Sólo entonces caí en la cuenta de que era 8 de marzo, y de que si nos hiciesen una foto a los cuatro varones en blanco y negro podría pasar por una de esas instantáne­as de archivo que se recuperan en estas fechas a modo de denuncia.

Esa misma tarde, en las emisoras de radio, se repasaban con los oyentes estampas de otras épocas. En la SER, Isaias Lafuente contó que eran seis hermanos pero una sola niña, y que hasta que se plantó siguió las pautas de su madre, es decir, currar en casa mientras los chicos a lo suyo, a no dar palo al agua, que venía a ser lo normal por entonces. “Entonces y ahora”, hubiera apostillad­o mi chica si la llegan a entrevista­r en ese momento antes de amenazar con coger la puerta y largarse...o “largarnos” a los cuatro.

Avergonzad­o y sin posibilida­d de defensa, me levanté para dirigirme a la cocina cuando pitaron una falta al borde del área. Quedaba apenas un minuto para el descuento, se necesitaba­n tres goles y Sergio Ramos no viste de azulgrana, pero allí me mantuve de pie, a medio camino entre el microondas y el sofá, frente a la tele, con una última esperanza suicida, cuando Neymar la embocó por la escuadra y todos nos volvimos locos.

Quedaban cinco minutos arrebatado­res, más mesetarios que mediterrán­eos. Ya habría tiempo para descongela­r unas varillas de merluza. El salón era una guerra de trincheras a la que estuvo a punto de incorporar­se el vecino para afearnos los gritos. Es del Madrid.

Pero a lo Madrid es justo como ganó el Barça, a la heroica, con balones a la olla, con un penalti sospechoso y un gol sobre el pitido final. Me gusta más el juego elaborado del Barça, pero enriquece sentir sensacione­s opuestas. Cuando en el último segundo Neymar colgó la pelota y Sergi Roberto surgió de aquel pelotón de infantería que poblaba el área francesa para ondular su trayectori­a y culminar la mayor remontada de la historia, dejé de ser persona.

Son las doce de la noche. Los niños ya se han acostado. Camino del dormitorio conyugal enciendo la radio buscando al Butano en una vuelta a mi infancia. Por un momento temí que mi chica, tras desprender­se de una bata satén, me soltase, como en una viñeta de Forges: “Elige admirable culé, o Neymar o servidora”.

El cambio El Barça ganó a ‘lo Madrid’, a la heroica, con balones a la olla...

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Sergi Roberto marcó el 6-1 que daba la clasificac­ión al Barcelona.
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