La joven promesa marcó un gol para su equipo en el descuento
Lo mejor que puede pasar al mundo del fútbol es que el Bayern esté a partir de mañana lunes oficialmente de vacaciones. Si la Champions comenzase ahora, y no en agosto, el conjunto muniqués sería, sin la más mínima duda, el principal candidato a levantar la orejona en Lisboa. Ahora mismo, los pupilos de Hansi Flick no tienen techo. Barrieron rivales antes y después del coronavirus, ganaron su octava ensaladera consecutiva y, ayer, le sumaron la vigésima Pokal en su laureada historia. El Leverkusen del niño pródigo Kai Havertz, al que le bailó durante los 90 minutos en el Olímpico de Berlín y venció comodísimamente por 2-4, no fue rival. Tendrá que acudir a la Champions para buscarlo.
Comenzó con mucho ímpetu la Werkself, ansioso por su primer título oficial desde 1993. Havertz hizo de falso nueve, pero el verdadero peligro del conjunto dirigido por Peter Bosz estaba en sus bandas. Bailey y Diaby incomodaron a Davies y Pavard en los laterales bávaros, pero tampoco demasiado.
Havertz