El lado más auténtico de Lopetegui
—¿Aún tiene la sensación de que tenía que haber ganado en el Camp Nou?
—Más que había lo dejaría en que pudimos. Creo que tuvimos opciones reales de poder haber ganado. Un equipo como el Barça siempre tiene una última ocasión y la tuvieron, son como las películas. Pero tuvimos opciones de hacerles daño.
—¿Cómo se plantea la temporada tras un verano tan extraño?
—No visualizas el futuro, tratas de llegar. Las circunstancias de este verano son especialmente atípicas. En este escenario y tras la pandemia, algunos jugadores han estado cinco días de vacaciones, lo que es una locura y los que más, 12. Hemos tratado de aprovechar esos entrenamientos de la mejor manera posible, de volver a engancharnos mentalmente. Nos quedamos con el Camp Nou, al Cádiz le ganamos al final y al Levante. Ésa es la realidad de la Liga española. Vamos a tener dificultad para ganar a cualquier equipo. Y para cualquiera va a ser difícil ganarnos.
—¿Se sienten invencibles tras la tremenda racha de partidos sin conocer la derrota?
—La única sensación que tenemos es que cuando hacemos bien las cosas somos complicados de ganar. Incluso haciéndolas bien, perderemos. Lo único en lo que me centro es en tratar de marcar el camino al equipo, que sepan que cuando hay sentimiento colectivo podemos ganar cada partido y engancharnos a cada escenario con la misma ilusión que una final. No miramos los récords, eso es más para los periodistas y la gente de fuera. Para llegar lo mejor preparados es mejor no mirar el contexto. Lo del día a día es un bendito tópico, pero los tópicos a veces son verdades absolutas. —¿Qué nota le pone al trabajo de Monchi en el mercado de fichajes? —No pongo notas al mercado. Tenemos plena confianza en el trabajo de Monchi y él es consciente de las necesidades y de lo que queríamos. El mercado ha sido complejo y la situación de la oferta y demanda ha sido desproporcionada. Casi ningún equipo ha hecho lo que quería hacer, pero estamos en las mejores manos, las de Monchi. Ha habido dos salidas importantes y han llegado jugadores para sustituirles. Acudimos a Europa con pocos jugadores y lo que hemos tratado es intentar contar con dos futbolistas por puesto, para consolidar el segundo año de muchos chicos.
—¿Cómo gestionará una plantilla con bastantes más integrantes que la de la temporada pasada?
—Las plantillas tienen que prever la dureza de la competición, especialmente exigente este año, ya no sólo por la Champions sino por la acumulación de partidos en poco tiempo. Hay partidos de Champions en los que te juegas muchísimas cosas. Tenemos que intentar consolidarnos.
—El juego de su
Sevilla ya no va a sorprender tanto como el año pasado y no va a tener muchos entrenamientos para preparar alternativas...
—Este año vamos a tener poco tiempo especialmente para preparar cosas nuevas. La palabra adaptación en el mundo del fútbol toma especial relevancia con la pandemia. Que tengan esa mentalidad lo necesitamos como grupo y como equipo. Hay que echarle imaginación y que esa falta de tiempo no nos penalice demasiado en las distintas competiciones que disputaremos.
—Es obligatorio preguntarle por Koundé y su continuidad en el equipo.
—Koundé ha evolucionado en un año, llegó jovencísimo y lo sigue siendo. Tiene una buena mentalidad para seguir aprendiendo y mejorando y nosotros le ayudaremos en lo que podamos. Los jugadores que maduran, necesitan también de una buena mentalidad y él le tiene, será un gran aliado para su carrera.
—¿Cómo de grande es el vacío que ha dejado Banega?
—Nadie va a hacer de Banega, el que le sustituya lo hará de lo que sea. No hay dos jugadores iguales. Lo importante es que funcionen para el colectivo, que nos den la mejor versión y jugar con naturalidad. Eso lo tenemos todos muy claro. A los que vienen, la mano tendida para que nos ayuden y que entiendan lo que este equipo propone.
El lugar común es moneda de curso habitual en el discurso de los entrenadores, escaldados por vidas profesionales en las que el éxito, por rotundo que fuera, se convirtió siempre en la antesala del más sonado fracaso. En Lopetegui esta característica se acentúa: el guipuzcoano huye de titulares que le persigan como le ha perseguido un pasado repleto de palacios (Oporto, la Selección, el Real Madrid) de los que, culpa suya o no, hubo de salir por la puerta de atrás. Su llorera en la noche de Colonia, tras ganar la Sexta Europa League, tiene mucho de liberación.
Cuando se apaga la grabadora asoma un Julen bastante menos robótico. El que se ríe cuando le cuentas que un sevillista amigo tuyo, que no se fiaba de él ni un pelo cuando llegó, apuesta por ponerle ahora una estatua al lado del Sánchez-Pizjuán. El que se vuelve a emocionar cuando conoce que ya empieza a formar parte de la memoria colectiva para una afición hiperexigente y muy suspicaz, pero a menudo justa. Ése Lopetegui, seguramente el más auténtico, es el que camina a la derecha de Monchi rumbo a un enésimo romance del Sevilla con los triunfos, la épica y la historia.
Racha “Incluso haciendo las cosas bien, un día perderemos”
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