Vero, Quini y CR7
Hace justo un año, el presidente del Sporting de Portugal afirmaba que estaba considerando la propuesta de cambiar el nombre del estadio José Alvalade (fundador del club) por el de Cristiano Ronaldo. Aunque CR7 se formó en el Sporting, la mayor parte de su carrera está asociada a la camiseta del Real Madrid. Eso nos indica que la marca de un jugador famosísimo puede ser más relevante que la de un club centenario. Da la impresión de que el Sporting de Portugal busca reafirmarse como entidad al asociar su nombre al de CR7. De esa manera, una parte de sus Copas de Europa serían también del club lisboeta. Quieren estar en el presente.
Hoy que se juega el derbi asturiano, nos viene a la cabeza el nombre de Quini, casi el único jugador respetado por ambas aficiones. Su nombre se añadió al de El Molinón justo el día después de su fallecimiento en una decisión, como mínimo apresurada, tomada por unanimidad en el consistorio gijonés. La bonhomía de Quini le ha hecho muy querido, tanto que se le perdona que, vestido ya de azulgrana, fuese verdugo del Sporting de Gijón en la final de Copa del 81. Que el Sporting se aferre al apabullante carisma de Quini implica memoria y respeto, pero también se reconoce que no ha habido otro gran ídolo desde su debut en 1968; inevitablemente, se mira al pasado.
Sin embargo, en Santiago de Compostela, al campo municipal de San Lázaro se le añadió el nombre de Vero Boquete, hija de la ciudad, campeona de Europa con el Bayern y con la Selección Sub-19. Aunque nunca fue jugadora del club gallego —sí iba a las gradas y es seguidora—, es la jugadora más relevante de la historia reciente de nuestro fútbol. Con ella existe un antes y un después por su juego y sus constantes reivindicaciones. Ha pagado un alto precio, pero sin ella el fútbol femenino en España no hubiera eclosionado ahora y, posiblemente, el Real Madrid femenino hubiera tardado unos años más en fundarse. Pese a las dificultades, Santiago y el Compos miran al futuro.