EL PORQUÉ DE LOS TOQUES EN LAS ZAPATILLAS
—Cuando se ha ganado tanto, ¿qué queda por hacer? —Para mí, seguir disfrutando del día a día. Soy afortunado por todas las cosas que me han pasado durante estos años. Hasta el día de hoy, la vida me ha sonreído. ¿Qué me queda por ganar? No lo sé, pero la ilusión siempre es seguir hacia delante, porque si uno no tiene la motivación por hacer lo que hace, es momento de dedicarse a otra cosa. Mientras mantenga esa ilusión por jugar al tenis y competir, seguiré esforzándome cada día.
—¿Es angustioso trabajar sin tener un objetivo?
—Han sido meses complicados, porque al final estás conviviendo con problemas constantes a nivel social, y en el personal es verdad que he pasado unos meses malos, porque mi cuerpo, después del confinamiento, no ha respondido de la mejor manera posible. Lo he resuelto de la mejor forma, he pasado muchas semanas entrenándome muy poquito y las sensaciones corporales han sido muchas veces desagradables a la hora de hacerlo. Todo eso, unido a trabajar sin tener unos objetivos claros en el horizonte, hace que se agrave el problema. Pero como decía antes, he tenido a las personas adecuadas a mi lado, que me apretaban cuando me tenían que apretar y que también me han dejado libertad para disfrutar de otras cosas cuando realmente lo necesitaba. He tenido que tomar decisiones difíciles, como ir o no a Nueva York. Todo está bien o mal en función del resultado final, y ahora parece que al haber ganado Roland Garros todo se ha hecho bien. Pero si no lo hubiera ganado quizá se hubiera hecho bien también… Esta es la realidad del deporte, que termina siendo algo resultadista. Todas las decisiones se han tomado de forma consensuada y, más allá del resultado, yo estoy personalmente satisfecho con lo que hemos hecho.
—¿Cómo ha sido la vida de la burbuja?
—A mí me cuesta más que al resto de mi equipo, porque soy una persona a la que quizá le gusta más estar con gente que otra cosa. Tanto Carlos (Moyá) como Rafa (Maymó) se apañan mejor que yo en solitario… Los días quizá se me hicieron más largos que a ellos, pero bueno, al menos recuperé cosas que no hacía desde hace mucho, como jugar a la Play; no cogía una desde hacía seis años. Jugamos entre nosotros y lo pasamos bien. También leía las noticias cada día y estaba pendiente de la actualidad, y vi algunas series para que se pasasen mejor las horas.
Mucha gente se preguntó durante Roland Garros si los tres toques que se daba Nadal en las zapatillas con la raqueta antes de sacar eran parte de una nueva rutina o un recurso para combatir la humedad de la tierra. Rafa despejó la duda: “La pista estaba más resbaladiza este año de lo habitual. Era vital quitarse la arcilla. Desde el primer día me resbalé bastantes veces y Carlos (Moyá) me decía, ‘acuérdate de hacer eso en cada punto porque si no la tierra se te queda enganchada a la zapatilla. Al menos empieza sin ese problema’. No es ninguna rutina incorporada, era para mejorar los movimientos”.
—¿Qué es lo que le más le apetece hacer ahora?
—Recuperar la vida normal. Estar en casa, jugar al golf, ir a la Academia, ver a la gente a la que no he podido ver en todo este tiempo…
—¿Jugar en París-Bercy y en Londres puede poner en riesgo la preparación de Australia por el tema de las cuarentenas?
—Tengo que plantearme bien todas las cosas. Las decisiones, hoy más que nunca, deben tomarse con calma y analizando bien todas las situaciones para decidir tanto a nivel personal como profesional. Necesito un poco de tiempo para saber cuál será mi próximo torneo. En los próximos días tomaré una decisión y la daré a conocer.
—El año que viene se prevé que haya sesión nocturna en Roland Garros. Lo de esta edición ha sido una especie de ensayo. ¿Le gusta esa idea?
—Más cambio del que ha habido este año con respecto a los demás, es muy difícil que
Humildad “Estoy muy contento y agradecido por todos los mensajes”
Confinado “Pasé unos meses complicados. Mi cuerpo no respondió”
Burbuja “Me costó más, porque me gusta estar con gente”