Aventaja en cuatro décimas a Ocon en su mejor viernes
Parecía un gran premio fácil, de esos cómodos, con la brisa de la Costa Azul y el espíritu del Bon Vivant. Pero Paul Ricard se reveló con rachas de viento que desestabilizan a los monoplazas y un sol de justicia que derretirá los polémicos Pirelli. El asfalto abrasivo no es amable y los pianos amarillos reforzados tampoco: hubo daños en la fibra de carbono de varios coches que se aprovecharon de los márgenes y las protestas de los equipos no se hicieron esperar. Será un fin de semana duro en el que emerge Mercedes como fuerza dominante: vuelan en las tandas largas y Bottas está bien. El W12 aquí sí funciona.
El finlandés dominó por la mañana y se quedó a ocho milésimas del mejor registro de Verstappen por la tarde, aunque en su caso rodó con la goma intermedia cuando el neerlandés montó la blanda. Tercero fue Hamilton, a dos décimas, algo fallón (varias excursiones) y bastante descontento con el set-up de su monoplaza. Pero aquí han cambiado las tornas, parece evidente, y Red Bull ya no tiene la sartén por el mango. A Max le toca limitar daños, hacer la pole y salvar un buen podio. Ya podrá hacer diferencias en Austria.
Se difuminó Ferrari, el tercero en discordia en las pistas callejeras, y no termina de llegar un McLaren que siempre sufre cuando el viento sopla. El primero del resto en los entrenamientos del GP de Francia fue Alonso con el Alpine bueno, el de Barcelona o Portimao.
Fernando
El asturiano aventajó en cuatro décimas a su compañero Ocon, que igualmente firmó un sexto puesto satisfactorio. Se trata del mejor viernes para el bicampeón del mundo esta temporada, que en cualquier caso acostumbraba a hacerlos buenos: quinto en Portugal y España, sexto en Bakú.
Podio. Este cuarto virtual en Le Castellet no le acercará a la lucha por el podio, que en Francia parece copado por los tres de casi siempre (Pérez se descolgó), pero sí debe asentarle en el top-10, hacer asequible la Q3 y facilitar su domingo con una estrategia menos arriesgada. En fin, una vida más sencilla en la carrera de casa para este Alpine. Aunque influyó notablemente que los dos coches franceses estrenaran motor en los libres, mientras el resto utilizó los viejos.
Sainz fue octavo, detrás de Gasly y muy cerca de Ocon. En el garaje de Maranello estaban dispuestos a sufrir en esta pista y nadie espera luchar por la pole como en los dos últimos grandes premios. Con todo, hay otros rivales directos que están peor, otra vez, y eso habla muy bien de la adaptación del SF21 a entornos hostiles. Como Paul Ricard, hasta ahora.