AS (Pais Vasco)

Lewandowsk­i

Gerard Moreno, que fue titular, falló un penalti que hubiera supuesto el 2-1 ● La Selección, obligada a ganar a Eslovaquia

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recibió, situó el balón en su pierna izquierda y se aventuró en una de esas diagonales a lo Robben que acabó en un disparo que salió mordido pero que supo leer Morata, quien se adelantó al defensor para batir a Szczesny. El gol, fruto de tanto sufrimient­o, no podía tener otro aderezo que el redoble del VAR, que tras unos segundos de incertidum­bre validó el tanto. Álvaro estaba en posición correcta, por escasos centímetro­s, por el pie de Glik. Un pie que en esta ocasión servía para que un país entero respirara.

Fue una suerte de liberación. Lo fue para Luis Enrique, hacia quien Morata se fue raudo para celebrar el gol, y pareció serlo para el resto del equipo. Pero la noche nos tenía reservados sustos de aúpa. Swiderski fue protagonis­ta de dos de ellos. En el primero (35’), su remate a centro de Lewandowsk­i se fue alto. En el segundo (43’), propiciado por un fallo de Alba, su trallazo lo repelió el poste y cayó en la pierna izquierda de Lewandowsk­i. Pero ahí estaba Unai Simón para despejar a córner la volea a bocajarro del Bota de Oro.

Así nos fuimos al descanso, entre el alivio de haber visto puerta y el tembleque de saber que nuestra salud aún era frágil. Y así volvimos. Primero, con el agua helada que supuso el gol de Polonia en el 54’. Un cabezazo de Lewandowsk­i en el que Laporte ejerció de amateur, quejándose de un empujón que en esta Eurocopa induce a risa. Y acto seguido, en el 55’, con un penalti bien pitado por plantillaz­o de Moder a Gerard. El del Villarreal no lo dudó y tomó el balón en sus manos. Pero su lanzamient­o se estrelló en el poste y su rechace no pudo ser convertido en gol por Morata.

De gafes y esas cosas saben una jartá en Sevilla, pero no podíamos perder ni un solo minuto en llorar por la leche derramada. Por eso, Luis Enrique reaccionó de inmediato con la entrada de Ferran Torres por Olmo. Y siete minutos más tarde, con la de Fabián y Sarabia por Gerard y Koke. Pero ninguno de los cambios aportó mente fría porque a medida que avanzaban los minutos el juego se embarulló y derivó en una catarata de centros sin sentido. Con el paso del tiempo, el juego de La Roja ya no fue el mismo. Como sucedió ante Suecia. El gol de Lewandowsk­i fue un castigo demasiado severo para una Selección que no sabe dónde mirar para encontrar soluciones. Y el miércoles está a la vuelta de la esquina.

REPORTAJE GRÁFICO MIGUEL MORENATTI

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