AS (Pais Vasco)

La gesta de Anquetil más grande que el Tour

El francés enlazó el Dauphiné con una terrible clásica

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Jacques Anquetil había completado en la temporada 1964 el doblete Giro-Tour,

a la vez que sumaba su quinta coronación en París. Luego también lo harían Merckx, Hinault e Indurain, pero ningún ciclista lo había logrado antes que él. En total sumaba ocho grandes vueltas. Tenía 30 años y lo había ganado todo, menos el cariño del público francés, su público. Raymond Poulidor,

que nunca conquistó el Tour

y ni siquiera vistió el maillot amarillo, era el favorito de sus compatriot­as, que preferían la fogosidad de PouPou a la frialdad y el ciclismo calculador de Maître Jacques. Su director, Raphaël Géminiani, le propuso una loca gesta para cambiar esa imagen: enlazar el Dauphiné con la clásica Burdeos-París. Y Anquetil aceptó.

El Dauphiné Libéré de 1965, un mini-Tour, repartía 1.565 kilómetros entre 10 etapas durante ocho jornadas, del 22 al 29 de mayo. Anquetil ganó tres etapas. En la tercera, en Oyonnax, se puso ya de líder. En la quinta, en Chambéry, dio el zarpazo definitivo en un día de mucho frío, que acabó con castañeo de dientes, tiritera y una ligera bronquitis. En la séptima, una contrarrel­oj en Romans, puso la puntilla. El normando se impuso en la general con 1:43 sobre Poulidor, su eterno rival, siempre segundo.

La última etapa terminó en Aviñón cerca de las cinco de la tarde. Primero atendió a la prensa. Luego se dio una ducha y recibió un ligero masaje en el hotel, antes de desplazars­e en coche hasta Nîmes, donde le esperaba un avión Mystére 20 a las siete que, según la leyenda, había sido fletado por el propio presidente de la República, el general Charles de

Gaulle. Durante el vuelo comió algo de pollo y pegó una cabezada. A las diez de la noche estaba ya en el hotel de Burdeos, donde volvió a recibir masaje, descansó otro poco… y se preparó para la batalla.

De madrugada. La Burdeos-París partía a las dos de la madrugada, sólo nueve horas después del final del Dauphiné. Era una clásica terrible de 557 kilómetros, aunque los ciclistas contaban en la última parte con la ayuda de las Derny, unas motociclet­as, para refugiarse del viento. Llovió toda la noche. Anquetil empezó mal, con problemas estomacale­s, e hizo un primer amago de abandonar. A 200 kilómetros se bajó directamen­te de la bici, pero Geminiani le tocó el orgullo: “Estaba equivocado contigo”. Retomó la marcha y enlazó con Tom Simpson y Jan Stablinski en las proximidad­es de París. A 10 kilómetros, en la cota de Picardie, se marchó en solitario. Entró vencedor en el Parque de los Príncipes, tras 15 horas y 3 minutos de esfuerzo, ante el delirio del público, por fin entregado. Lo que no logró con cinco Tours, lo logró con esta gesta.

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Jacques Anquetil.

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