Inglaterra tiene un problema y no es Rashford
El primer día en un mes sin Eurocopa es el más difícil y hay que pasarlo como buenamente se pueda. Recordar que ha sido un torneo que nos ha reconciliado a muchos con el fútbol es una manera excelente, y que haya ganado Italia y no Inglaterra es una buena noticia. La selección de Mancini ha sido, junto a Dinamarca y España, la que mejores ratos nos ha hecho pasar mientras que la apuesta de Inglaterra, especialmente en la final, fue lamentable por rácana.
Que en Wembley, en tu casa, con el apoyo de los tuyos y marcando en el minuto dos, se dedicaran a defender los otros 118 es patético. Que en el último de la prórroga Southgate sacara a dos talentos como Jadon Sancho y Rashford con el único objetivo de lanzar los penaltis fue ridículo y lo pagó carísimo. Que después la mayoría se quitara la medalla como una panda de niños enfurruñados, un ejemplo penoso. Eso por no hablar de las imágenes de los hinchas borrachos como cubas provocando altercados antes del encuentro o colándose después en el estadio, de los abucheos al himno de Italia, de los insultos racistas en las redes sociales a jugadores de su selección o de las alertas por agresiones machistas que se disparan cuando juegan aunque ganen o pierdan. Inglaterra tiene un problema que el fútbol muestra en su escaparate gigante, pero no es el fútbol el problema y sí urgente la reflexión.
Que se fijen más en Marcus Rashford, por ejemplo, un héroe que logró que Boris Jonhson reculara iniciando una campaña para que el Gobierno británico aceptara su propuesta de ofrecer menús escolares gratuitos a los alumnos más vulnerables, una medida que benefició a 1,7 millones de niños en el último año. También consiguió que siguieran repartiendo menús durante las vacaciones veraniegas, así que a sus 23 años ya se puede decir que fallar un penalti no será su legado. Que el problema de Inglaterra, desde luego, no es Rashford.
Que se fijen más en Rashford, un héroe que logró 1,7 millones de menús para niños vulnerables