AS (Pais Vasco)

Giannis llama a la rebelión

Paliza de los Bucks a los Suns ● Descomunal partido del griego ● Mañana, cuarto partido

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En el primer partido de una final de la NBA en su ciudad desde 1974, los Bucks lograron una victoria aplastante que fue en realidad un grito liberador. Una arenga a la rebelión, a su baloncesto salvaje, contra la belleza pluscuampe­rfecta de los Suns. No solo ganaron, también pusieron el Factor X, que reabre la final tanto o más que las matemática­s del 2-1. La convicción, el músculo y el baloncesto. La serie se comprime mientras el Fiserv Forum de Milwaukee vuelve a convertirs­e en un paso de las Termópilas que estrecha el cerco sobre ejércitos que hacen temblar la tierra a su paso. Aquí hincaron la rodilla los Nets y aquí han comenzado con un disgusto serio los Suns.

Parece que ha pasado una eternidad porque la final es un tiempo y un lugar en sí misma, un ecosistema diferente a todo, pero hace solo 13 días que Giannis Antetokoun­mpo sufrió una lesión de rodilla durante la final del Este. Parecía un golpe mortal para un jugador que recibió críticas durísimas tras sus patinazos en los playoffs de los dos últimos años. Pero que ha sido ya dos veces MVP, Mejor Defensor, Jugador Más Mejorado… y que, llegó a la NBA en 2013 como un fideo, tiene todavía 26 años y está entrado ahora en su madurez. Giannis es un ejército de un solo hombre que acabó con 41 puntos, 13 rebotes y 6 asistencia­s tras su 42+14+4 del segundo partido.

Por si hace falta más perspectiv­a: en la lucha por el título solo Shaquille O’Neal había enlazado dos encuentros de al menos 40 tantos y 10 capturas. Las medias de Giannis en la final están en 34,3 puntos, 14 rebotes, 4,6 asistencia­s, 1,3 tapones, un 61% en tiros de campo y un muy notable (para él) 65% en tiros libres (13/17 en el tercero). Esta versión de Anteto, menos obcecado en acciones que le penalizan lejos del aro y con más movimiento­s efectivos cerca de canasta, es majestuosa.

Los Suns todavía son favoritos. Se ganaron en Arizona el derecho a jugar con red. Les queda el cuarto partido (mañana) para hacer saltar definitiva­mente las costuras de la serie. Pero van a tener que sudar. La inercia favorable les duró poco más de un cuarto: el partido estaba 30-36 en el minuto 15 cuando llegó la revolución con un 30-9 hasta el descanso (60-45) y, por primera vez, los Suns superados. Cuando Cam Johnson montó un conato de revuelta (74-70) en el tercer cuarto, los Bucks soltaron la dentellada definitiva con un parcial de 19-0 (de 82-76 a 101-76).

No se trata de ser mejor equipo sobre el papel, de tener más armas o de hacer las cosas con más estética. Se trata de convertir la final en una trinchera en la que se te abra la opción de ganar cuatro partidos de siete. Los Bucks no son mejores que los Suns, pero sí pueden hacer eso. Ahora tienen un punto de apoyo, tienen a un Antetokoun­mpo que mira al infinito y tienen un partido a todo o nada, más allá de las matemática­s, mañana en el Fiserv Forum. Una jungla que volverá a estrechars­e como la garganta de las Termópilas en cuanto atruene el rugido de Giannis. Hay final.

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Los aficionado­s de los Bucks explotan de alegría ante una acción de Giannis Antetokoum­po en el tercer partido de la final ante Phoenix Suns.
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