AS (Pais Vasco)

“Tenemos la ilusión de un pueblo, no nos da vértigo” Vélez de Mendizabal

- ALFONSO HERRÁN

EI Amorebieta asombró al país entero en mayo. Se coló en la fiesta del Badajoz, en su estadio, y le arrebató el ascenso a Segunda. Una proeza inimaginab­le para el equipo de un pueblo con 19.500 habitantes, un campo para 1.300 espectador­es y 675.000 euros de presupuest­o, el más bajo de los equipos clasificad­os para la promoción de ascenso. Sus jugadores cobraban un máximo de 1.500 euros al mes. Todos vascos. Y al frente, un técnico exultante, Vélez de Mendizabal (Vitoria, 39 años).

—Saludo a un héroe…

—No me considero eso, es labor de todos. La meta no era el ascenso. Encima, veníamos de todo lo de la pandemia, de haber parado… Habíamos acabado muy bien en marzo. —Iban de tapados a Badajoz ¡Y la que liaron!

—El Badajoz había sido el mejor equipo de los 102 que había en Segunda B. La final la jugaba en su estadio, con un porcentaje muy alto de espectador­es suyos. Les valía el empate. Todo parecía predestina­do para su vuelta al fútbol profesiona­l, pero confiábamo­s en nuestras posibilida­des.

—Esto marca toda una carrera.

—Vivo el día a día, lo disfruto, los entrenamie­ntos y los partidos. Me estreno en Segunda y trataré de hacerlo lo mejor posible. En mi corta carrera en Preferente y Segunda B, es un logro más. Me da ilusión para seguir creciendo.

—Ahora todo son felicitaci­ones, pero el primer año fue duro.

—Cuando llegué hace tres años hicimos 16 puntos en la primera vuelta y aquello no funcionaba. Gracias a la confianza de Asier Goiria (el director deportivo) y el presidente, que me mantuviero­n en el cargo, estoy ahora mismo en Segunda División.

—Tiene 27 partidos en Primera como jugador entre Athletic y Murcia, pero se lo ha tenido que currar mucho como delantero y como entrenador.

—Tuve que dejarlo a los 30 años por las lesiones. He jugado en todas las categorías y me he esforzado al máximo. Estoy feliz de lo que he hecho.

—Esto es otro mundo, ¿no?

—La planificac­ión deportiva es parecida, con el plus de que es una categoría con más exigencia, pero el mayor cambio es a nivel de club, profesiona­lizar al Amorebieta.

—Son el ejemplo de los humildes, pero la Segunda División no perdona...

—Nos va a costar mucho ganar, pero también nos pasaba en Segunda B, no venimos de pasearnos en la categoría. Somos consciente­s de lo que somos...

—De jugar en el Hurtado de Saratxo de Sodupe, por poner un ejemplo, a La Romareda y La Rosaleda ¿Qué campo le apetece más visitar?

—Me apetece Ipurua porque pasé allí tres años maravillos­os. Te haces futbolista para llegar a este tipo de campazos.

—Salir de Urritxe también es abandonar la zona de confort. ¿Da vértigo?

—No nos da vértigo la Segunda. Tenemos la ilusión de todo un pueblo detrás. Nos da pena porque Amorebieta va a disfrutar del equipo pero no en el campo en el que siempre lo ha hecho. Para el pueblo, la hostelería, la gente y el ambiente toca desplazars­e 15 kilómetros y es una pena.

—Ha sido un momento histórico en casi cien años de vida del club sin la gente.

—En el mejor año de nuestra historia nos ha tocado por desgracia una pandemia. Espero que aunque haya que desplazars­e, el público disfrute con su equipo en Lezama.

No me considero un héroe, es una labor de todos; la meta no era el ascenso”

Te haces futbolista para jugar en algunos campazos como Ipurua”

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Vélez de Mendizabal posa con un balón en el banquillo que habitualme­nte ocupa en Urritxe, campo no homologado para Segunda.

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