AS (Pais Vasco)

Semilibert­ad en la Villa Olímpica

Los primeros atletas aprecian menos “restriccio­nes” de las esperadas, destacan las comodidade­s japonesas y creen que lo peor será la falta de público

- ALBERTO MARTÍNEZ

La isla artificial de Harumi, junto a la Bahía de Tokio, está llamada a ser uno de los barrios exclusivos de una ciudad colapsada, con edificios que salen del asfalto como árboles del bosque. Pero eso llegará al finalizar los Juegos. Ahora es la casa del deporte y está poblado de atletas de todas las nacionalid­ades. También españoles. “Compartimo­s edificio con México, Chile, Turquía o Azerbaiyán. Los apartament­os son pequeños. El salón es básico y hay dos baños y cuatro habitacion­es. Las camas son grandes, cómodas y el colchón es duro pese a la polémica”, explica Raúl Gómez, jefe de equipo de la Selección femenina de hockey. Las restriccio­nes se limitan a tres normas: mascarilla obligatori­a, test de saliva diario y las mesas del comedor están separadas por mamparas: “No escuchas al que está delante”, comenta Galia Dvorak, de Mataró, que debuta el sábado en tenis de mesa.

Los deportista­s con experienci­a, como Dvorak, no ven demasiadas diferencia­s: “Lo veo como siempre. La villa es más pequeña, pero el comedor es grande, igual que el gimnasio, la lavandería...”. El edificio donde reside la delegación española es ideal: “Tenemos el comedor a cien metros, y justo detrás está el muelle y el gimnasio. Nadie te controla, pero los atletas están muy conciencia­dos”, recalca Gómez: “Hay zonas de paseo y podemos movernos con libertad por las comunes”, apunta Dvorak.

La vida es mejor de lo esperado. Así lo testigua Roc Oliva, de la Selección masculina de hockey: “Veníamos con otras expectativ­as, no veo muchas diferencia­s con otros Juegos más allá de los tests y el comedor. Hemos ido a entrenar ya con normalidad, sin público, y creo que eso es lo que más notaremos”. En total, entre los JJ OO y Paralímpic­os, pasarán 18.000 deportista­s aunque no todos se cruzarán. Obligados a abandonar la villa dos días después de la competició­n y a no poder mezclarse en las instalacio­nes de otros deportes, la semilibert­ad se resume en “entrenar, competir y estar en la villa”.

Otro muro es el jet lag. “El primer día no me dormí hasta las seis”, dice Dvorak, mientras las chicas de hockey se sienten preparadas tras trabajar con la doctora Estivill: “Nos hemos ido adaptando y ganando horas de sueño. Tomamos melatonina para que entre el sueño antes”.

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La tenista canaria Carla Suárez, feliz delante de los aros olímpicos de la Villa.
 ??  ?? Casas, Gil, Domínguez, Cazorla, Palau, Torrens, Rodríguez, Abalde, Ouviña, Conde y Carrera, de la Selección femenina de baloncesto.
Casas, Gil, Domínguez, Cazorla, Palau, Torrens, Rodríguez, Abalde, Ouviña, Conde y Carrera, de la Selección femenina de baloncesto.
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Pablo y Javier Abián, Arturo Ruiz y Clara Azurmendi.

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