AS (Pais Vasco)

El tigre se come a

Falcao sentencia en el descuento el pulso ante el Athletic ● Partido muy igualado en la vuelta de Iraola a Bilbao ● Revolución de Marcelino

- A. HERRÁN / LA CRÓNICA

Un tigre anda suelto de nuevo por LaLiga y clava sus garras en las metas contrarias. En la casa de los leones, en San Mamés, Falcao enseñó que aún es una fiera del gol. En el descuento, en una falta, sintonizó con Bebé. Le dijo por señas: ‘Mándamela ahí que la meto’. Dicho y hecho. El colombiano burló la vigilancia de Iñigo Martínez y De Marcos, entre otros, y cabeceó completame­nte solo para deshacer unas tablas que parecían cantadas.

Era la noche de la nostalgia, de la vuelta de Iraola a San Mamés pero esta vez sin vestir de corto y en el banquillo visitante. Todo fue muy parejo, pero aquí nadie perdona ni está para sentimenta­lismos. Primera derrota este año de un Athletic espeso, sin sus habituales transicion­es verticales y rápidas, negado en el juego posicional y con escasa movilidad. El Rayo no se baja de la ola ganadora.

Para abrir boca, Marcelino desató una revolución en su once de salida, con seis jugadores titulares en el banquillo.

El sábado toca Mestalla y quiere ir bien armado a un estadio que tanto le remueve por dentro. Más que ligeros retoques, era una señora rotación, con sorpresas mayúsculas como poner a Nico Williams, la promesa, y dejar en el banquillo a su hermano Iñaki, el consagrado.

Era un martes, a las diez de la noche, con amenaza de lluvia y una cita televisada en abierto. Ingredient­es para meter en una coctelera y quedarse en casa echando seis vueltas a la llave. Pero San Mamés hervía estaba como en tiempos previos a la pandemia, estaba con unas ganas locas por quemar las palmas de sus manos aplaudiend­o. Congeló ese ímpetu el Rayo aprovechan­do uno de esos fallos que parecían desterrado­s por la mejor defensa de LaLiga hasta este compromiso. Una siesta de Vesga en medio campo permitió robar a los madrileños. De Marcos y Nuñez no supieron sujetar a Álvaro y se quedó a media salida Unai Simón. Resultado: 0-1. Jarro de agua fría.

El primer aviso estaba dado. El Rayo se adornó a continuaci­ón con posesiones largas. Encontraba la superiorid­ad por dentro con tres jugadores. Unai López y Comesaña, dos hombres de calidad, conectaban rápido con las bandas.

El equipo de Marcelino fue renaciendo. Se metió en el partido a base de pundonor, de estar en campo contrario y activarse con la presión. Y la confirmaci­ón de que aquello estaba cambiando llegó desde el balón parado, una vez más. Con un saque muy lateral de Muniain, un tiro muy agresivo y cerrado. Ciss, que venía desde atrás en una persecució­n individual, la metió en propia puerta al tratar de despejar. El Rayo ya no estaba tan cómodo. Nico Williams tuvo un tuya-mía con Raúl García cerca del descanso y rozó el gol.

En la segunda parte el cielo vació sus cañerías y cayó la mundial. Agua y más agua. Iñaki Williams salió para la media hora final en su partido 201 de Liga consecutiv­o. Solo faltaba Falcao en esa fiesta. Llegó a entrar, pero dejó sus garras para el final. El equipo rojiblanco estaba mejor pero tampoco con muchos cuerpos por delante de su adversario, ya que le faltaba continuida­d en el juego. Los cambios dejaron todo como estaba. Hasta que llegó el tigre, la fiera del gol.

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Falcao marcó tras una falta en el minuto 96, a pase de Bebé, y desniveló el partido en San Mamés, con triunfo del Rayo Vallecano.
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