AS (Pais Vasco)

Un Atlético en

La Real, superior, se clasifica para cuartos ● Los goles de Januzaj y Sorloth ahondan en la crisis rojiblanca

- PATRICIA CAZÓN

Esta es la crónica de un derrumbe televisado. También en la Copa. Del Atleti que todo lo fue no quedan ni cenizas. Saltaba en Anoeta vestido con esa camiseta roja homenaje a aquel partido también guerra ante el Celtic, en Glasgow, que latía en la camiseta con el escudo de siempre y en realidad fue un oxímoron. Aquel Atleti fuerte es hoy un esperpento. Polvo en el viento. Y sin un 'ole, ole, ole' al que agarrarse. El traje del hombre de negro es hoy un traje de luto. La Real salió con las botas untadas en jabón. El de Imanol es el equipo en cuartos. El Atleti del Cholo sigue en caída libre, hacia ningún lugar. Sin juego ni garra. Muerto. Desastre a desastre.

Trató de rascar la Real pronto en eso que le empantana: el balón parado, los pies de barro de su línea atrás. Ordenado 4-4-2, con Vrsaljko, Felipe, Hermoso y Lodi tembloroso­s la primera vez que

Elustondo se introdujo como un cuchillo en su área para cabecear un balón solo, tan fácil, otra vez. Abrió la veda. La Real era un rival en la nuca del Cholo, que se pegaba a sus futbolista­s, que no los dejaba pensar. Januzaj estampaba un balón en el poste en la jugada siguiente. Ni por esas despertaba el Atleti. Que no veía el balón, un objeto sólo en pies txuri-urdin. El plan del Cholo hacía agua. Guarecerse atrás, con João como falso 9 para correr las contras y Koke, De Paul y Herrera en la medular para nada. Nadie tocaba un balón. La Real les pasaba a todos por encima como un tren de mercancías.

El primer grito afónico de Simeone fue a los quince minutos, cada fibra de su traje negro atada ya a su garganta como mortaja. Sus hombres dieron un paso adelante. El ímpetu realista se esfumó como la ola se deshace en la orilla. De Paul sacó el periscopio y lanzó un balón a la carrera de Carrasco que, solo ante Remiro, lo envió también a la madera. La jugada dividió el partido en dos. El Atleti se reconcilió con el balón, empezó a amasarlo en el centro. Carrasco y João intercambi­aban sus lugares para que el belga atacara el espacio liberado. Cada pelota era un roce, gasolina encendida, como en la batalla de Glasgow.

Pero este Atleti no es aquel. Ni tampoco el primero del Cholo. Ay, Godín, ay, Miranda. Hoy, a la lona siempre por el mismo flanco, ese muro agrietado y lleno de agujeros. E Imanol no se olvidó de seguir rascando ahí. Entre Merino, con un giro highlights en la frontal, Silva y Zaldua llevaron la pelota a la cabeza de Januzaj. La música de Psicosis había llenado el aire con el centro lateral del último, el portero salió pero no, como si le diera miedo la vida más allá de su línea. Januzaj se irguió ante Felipe, Correa y Lodi, como si fueran

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Hermoso se lamenta, de rodillas en la portería de Oblak: llegó para despejar pero la pelota de Januzaj para el 1-0 de la Real había pasado la línea.
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