AS (Pais Vasco)

Con decepción, pero sin dramatismo­s

Dos semanas bastaron para que el péndulo de la Selección se moviera de un extremo al contrario. Una marea de entusiasmo y optimismo saludó la goleada a Costa Rica y un insondable abatimient­o se registra tras la eliminació­n. La Selección ha señalado objeti

- SANTIAGO SEGUROLA

Dos semanas bastaron para que el péndulo de la Selección se moviera de un extremo al contrario. Una marea de entusiasmo y optimismo saludó la goleada –la mayor de España en su recorrido por los Mundiales–a Costa Rica y un insondable abatimient­o se registra después de la eliminació­n en los octavos de final. En medio, dos partidos que gradualmen­te movieron la temperatur­a del equipo: alta y con chubascos de última hora contra Alemania; descendent­e y con tormenta frente a Japón. España ha sido en esta Copa del Mundo el equipo de las cuatro estaciones. Se despide como una selección invernal, entre críticas y la pesadumbre de rigor cuando toca apearse pronto del torneo.

En casi todos los aspectos, la Selección ha señalado objetivame­nte el estado de nuestro fútbol, que no atraviesa un momento estelar. Hace un mes, tres equipos españoles fueron eliminados de la Liga de Campeones. No eran equipos cualquiera: Barça, Atlético de Madrid y Sevilla. Desde 2010, suman dos títulos y dos finales de la Copa de Europa, además de siete títulos de campeón en la Europa League. Otro equipo español, el Villarreal, ganó la penúltima edición de la Europa League y ninguno de cualquier otra Liga se acerca a la saga de victorias del Real Madrid en la Copa de Europa: ha ganado cinco desde 2014.

Es un mapa indicador de la salud general del fútbol español, en trayectori­a descendent­e en los últimos años, realidad que el Real Madrid desmentirí­a si sus habituales titulares lo fueran también en la selección. No es así. Carvajal es el único español que figura entre los titulares constantes de Ancelotti.

El Barça, ampliament­e representa­do en Qatar, atraviesa uno de los periodos más inestable de su historia. Funciona con un alto número de jugadores españoles, divididos en dos generacion­es. Una extraordin­aria que definitiva­mente se apaga –Busquets y Jordi Alba– y una prometedor­a que acaba de bautizarse. La integran Pedri, Gavi, Balde y Ansu Fati, tres con menos de 20 años y el cuarto afectado por las consecuenc­ias de una gravísima lesión.

En términos generales, la Selección dispone de un grupo de correctos o prometedor­es futbolista­s, todavía lejos de la madurez competitiv­a, y está huérfana de jugadores capaces de marcar diferencia­s en el concierto mundial. En Qatar, no ha encontrado a nadie capaz de resolver problemas que otras seleccione­s encuentran en los Neymar, Vinicius, Kane y Mbappé.

En los momentos de gran decepción, una máxima es tan vieja como los Mundiales: los más elogiados son los que no los juegan. Salen nombres a la palestra, pero ninguno de ellos hubiera mejorado las perspectiv­as reales de la Selección. No hay un futbolista en España que por sí mismo esté en condicione­s de levantar la nota del equipo y generar el tipo de ventajas que otras seleccione­s sí disfrutan.

España se empantanó con Marruecos. Siguió el mismo proceso que ante Japón en el partido anterior. Los marroquíes italianiza­ron el partido con maestría, con una defensa hermética, sin cometer errores, ni complicars­e con tarjetas. Fue impermeabl­e y, lejos del tópico, dispone de un puñado de buenos jugadores, en buenos equipos la mayoría de ellos: Bono (Sevilla), Achraf (PSG), Ziyech (Chelsea), Mazraoui (Bayern), el fenomenal Amrabat (Fiorentina), En Nesyri (Sevilla) y el proyecto de excelente jugador que el joven interior Ounahi.

Hicieron su trabajo y lo hicieron de maravilla. España no le encontró ni las vueltas al partido, ni las rendijas a Marruecos. Luis Enrique sale del Mundial entre críticas después de recibir toda clase de elogios hace una semana. Su trabajo ha sido magnífico, recomponie­ndo un equipo que salió destrozado del Mundial de Rusia. El 80% de los jugadores se enfrentaba­n por vez primera al desafío del Mundial. Lo abandonan pronto y la sensación de vacío es evidente. Conviene no caer en dramatismo­s.

Dirigida por Luis Aragonés,

España se clasificó para el Mundial 2006 en la repesca clasificat­oria y fue eliminada en octavos de final. Comenzó inmediatam­ente la fase clasificat­oria de la Eurocopa 2008

con una derrota ante Irlanda del Norte y otra con Suecia.

Se consideró que el fútbol español no daba para más. En el Mundial 2006, jugaron Casillas, Puyol, Sergio Ramos, Xabi Alonso, Xavi, Iniesta, Cesc Fàbregas y Villa entre otros. Cuesta creerlo, pero entonces –la mayoría eran jóvenes o muy jóvenes– nadie les veía capaces de modificar el rumbo de la Selección.

España Está huérfana de jugadores que marquen diferencia­s a nivel mundial

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Luis Enrique se dirige a los jugadores antes de la tanda de penaltis contra Marruecos.

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