Aún hay que dar gracias a Berizzo
El Sevilla da pena. A los suyos, claro, porque a los rivales no hace otra cosa que darles alegrías. En el césped y en los despachos, donde se gesta, o más bien perpetra, lo que se termina viendo sobre el terreno de juego. Dijo el presidente José Castro que echar a un entrenador que tenía al equipo quinto por no jugar bien y no tener buenas sensaciones era osado y valiente. Curiosamente, esos adjetivos habían sido utilizado por Del Nido días antes en la Junta de Accionistas para explicar su proyecto, pero ésa es otra historia. El caso es que a la osadía de echar a Berizzo le siguió el esperpento de un casting por Italia y se culminó con el, hasta la fecha, calamitoso fichaje de Montella. Dos partidos de Liga, dos derrotas, mal juego, malas alineaciones, pésimas lecturas de partidos y gestión de cambios y peores excusas.
Monchi, de quien se dice que se llevaba muy bien con la Prensa y por ello no se le criticaba el tener que acudir al mercado invernal, explicaba la dificultad de fichar de manera clara: “Tienes que ver a un futbolista en unas circunstancias y entorno determinado e imaginar que rendirá igual o mejor en tu equipo”. Pues bien, ¿se hizo eso con Montella? ¿A qué equipos ha cogido a mitad de temporada y los ha relanzado? A ninguno. Lo de necesitar resultados por la vía de urgencia y fichar a un entrenador que no conoce el idioma ya hace rebosar el vaso. La plantilla más cara de la historia del Sevilla se caricaturiza partido tras partido, mostrando a jugadores que están en las antípodas de su mejor forma física, otros que no parecen profesionales y alguno que hace preguntarse cómo ha podido llegar a dedicarse profesionalmente a esto. Ahora, lo de siempre a fichar mucho y, sí se sigue con la misma racha de acierto que el pasado verano, probablemente caro y mal.
Fue osado echar a Berizzo, claro. Más osado es no agradecer al argentino los 29 puntos que alumbran al Sevilla y que, de momento, hacen que la permanencia no peligre. De momento. Lo de la Champions, otro año será.