El C4 Cactus se identifica más con las berlinas
Su peculiar estética, que lo hacía inconfundible, y su vocación de modelo de coste contenido fue una apuesta algo arriesgada para Citroën cuando lanzó el C4 Cactus en 2014. Sin embargo, le salió redonda y le ha reportado una cantidad de ventas enorme. En 2018 el modelo entra en su madurez, se actualiza… y la marca de ha decidido normalizarlo.
En lugar de optar por el típico lavado de cara, el Cactus recibe modificaciones importantes que cambian directamente su concepto. Lo más evidente es la pérdida de sus característicos Airbumps (las protecciones de goma laterales), pero no es lo único: se eliminan las barras del techo, pilotos y parrilla se unen, aumenta el tamaño de los faros delanteros y la distribución de la zaga se renueva. En general, deja de ser una suerte de SUV para entrar en el terreno de las berlinas más convencionales.
Su intento por optimizar la comodidad queda patente en decisiones como la mejora del aislamiento acústico del habitáculo o la presencia de unos renovados asientos con mayor acolchado y más acogedores. Hablando del interior, apenas hay cambios.
Su gama mecánica crece con la incorporación del motor gasolina 1.2 PureTech tricilíndrico de 130 CV, asociado a un cambio manual de seis marchas, y del diésel 1.5 BlueHDI de 120 CV.
El diseño del compacto se distancia de los matices de un SUV y se muestra ahora mucho más clásico y elegante