Cuerpo cortado en pleno agosto
Todo lo que pasó en el Sánchez Pizjuán la pasada noche queda eclipsado por la escalofriante lesión de Sergio Escudero. Los gestos de dolor del vallisoletano lo decían todo y las imágenes televisivas confirmaban que su brazo izquierdo se doblaba de forma antinatural y que estará fuera de los terrenos de juego varios meses. Un varapalo inesperado para la planificación sevillista que en menos de una semana tiene que replantearse muchas cosas. Por la lesión de Escudero, por supuesto, y por algunos síntomas fatiga que empezó a evidenciar el equipo de Machín.
Porque el Sevilla ya lleva un mes jugando partidos oficiales y ante el Villarreal, el examen de más nivel que ha tenido el Sevilla hasta ahora, faltó chispa. No la tuvo Banega, fallón en el pase, como no la tuvo Sarabia, que no decidió bien en ataque. Probablemente, que el jueves se pegaran una paliza en la República Checa tuvo que ver, ya que se acumuló a la de hace una semana en Vallecas. También los más de 30 grados que se sufrieron durante el partido lastraron. A los dos por igual, está claro, pero dicho lastre pesó más en las piernas de los que jugaban su octavo partido oficial de la temporada que en las de los que disputaban el segundo encuentro del año. Entre el empate, que se pudo ganar como se pudo perder y la lesión de Escudero, cuerpo cortado en agosto.