Alcácer lanza al Dortmund y agrava la crisis del Bayern
El español salió desde el banquillo y culminó la remontada
Kovac El entrenador del Bayern está más cuestionado que nunca
Alcácer sigue enamorando a la hinchada del Dortmund. El ariete español empezó el clásico alemán en el banquillo, pero Favre le dio entrada en la segunda mitad y éste acabó decidiendo el partidazo germano marcando el 3-2 definitivo y desatando la locura en el oeste de Alemania. No es para menos. La victoria ante el Bayern de Kovac, más cuestionado que nunca tras la derrota, le sirve al Dortmund para ampliar el liderato a un total de siete puntos con respecto al cuadro muniqués y dar un salto importantísimo de cara a su primera ensaladera desde 2012.
Fue un partido de infarto. La primera parte fue un monólogo de los visitantes, que anularon la verticalidad de las abejas tapando su salida de balón. Ribéry parecía un veinteañero por la izquierda, Lewandowski era un peligro constante y terminó adelantando a los suyos de cabeza. El conjunto borusser no sabía lo que le estaba pasando y sólo contó con un mano a mano de Reus ante Neuer que detuvo el guardameta alemán.
Eso sí, lo que ocurrió en los segundos 45 minutos fue una maravilla para todo aquel que no portara bufanda rojiblanca. Un error en la salida de Neuer terminó provocando un penalti que Reus no perdonó. El encuentro se convirtió en un intercambio de golpes y los visitantes pegaron primero. Apareció de nuevo Lewandowski para volver a adelantar los suyos, un tanto que desató por completo al Dortmund en el que también brilló un imperial Achraf.
Sufría el Bayern atrás y Reus se aprovechó enganchando un centro de Piszczek que volvió a poner las tablas. Apretaba el coliseo borusser. Sólo necesitaba un impulso para hundir al Bayern. Y Favre lo encontró en Alcácer. Recibió un balón en el área, encaró a Neuer y le superó con una sutil vaselina que podría valer una ensaladera en unos meses. Ni un taconazo de Lewy en el descuento, anulado por fuera de juego, frenó la alegría en el Signal Iduna Park.