Luis García se estrena en una final por la clasificación
El Villarreal pasa si no pierde; el Spartak, si gana
Hoy es el día del bautizo de Luis García en el banquillo y la noche podría acabar en resurrección o en funeral. El Villarreal, ya con Calleja en el recuerdo, se juega su clasificación a dieciseisavos y sólo le vale ganar, para ser primero, o empatar, para al menos vivir otro sorteo peligroso aunque sea como segundo. El problema, más allá de la crisis galopante de resultados que vive y el poco tiempo para trabajar con el nuevo entrenador, es que el Spartak llega a esta cita más exigido todavía. Si gana en La Cerámica acabaría líder, pero si empata o pierde estará eliminado en un grupo en el que los cuatro equipos aún están vivos. Si esto no es una final se parece demasiado.
Los que conocen bien a Luis García aseguran que ha dormido lo justo desde que el lunes fue nombrado. Por la ilusión y por el trabajo en cartera. Conoce la casa, porque entrenó al filial amarillo en 2005, pero entre analizar al rival, levantar la moral de su tropa y presentar al club su librillo, no ha parado ni un segundo. La revolución, de mentalidad, estilo y jugadores, se aplazará unos días, aprovechando que su duelo ante el Madrid está aplazado y que luego llega la Navidad. Ahora dará continuidad al bloque con algunos matices. El más importante, por ejemplo, es sacar a Bacca de la jaula. Con cuatro goles en dos partidos su titularidad es necesaria para contagiar a Gerard.
El Spartak no es el de la primera vuelta (3-3). Despidió a Carrera, puso a Raúl Ruiz (cántabro) como interino y ahora está en manos de Kononov, que encadena tres victorias. Su equipo tiene, ante todo, coraza rusa y alma brasileña. Sobriedad y ritmo para este esperado bautizo.