AS (Sevilla)

Williams, desencaden­ado a

Rompió su sequía en casa con golazos: tiro a la escuadra y c

- ALFONSO HERRÁN

La Ertzaintza retuvo por la mañana a 70 Biris que se habían desplazado a Bilbao en una quincena de vehículos particular­es. Uno tenía prohibició­n expresa de entrar en recintos deportivos. Les intercepta­ron cuando acudían al lugar de concentrac­ión de Herri Norte para iniciar una reyerta. Les requisaron cuchillos, bates y petardos, y tras identifica­rlos, les escoltaron hasta Cantabria y desde allí la Guardia Civil se encargó de que volvieran a Sevilla.

Con el Athletic en puntos de descenso; Aduriz, su única luz de cara al gol, en el palco de jugadores lesionados y no citados; y Raúl García, el otro que aporta carácter, muy cerca... el flotador ante el drama se llama Williams. Los números de Iñaki pesaban más que una clasificac­ión de plomo: dos años, un mes y nueve días llevaba sin marcar en casa. Transitaba por el partido 41 sin ver puerta en San Mamés. Todo un borrón del que está llamado a ser el futuro nueve del conjunto bilbaíno.

Pero por pura ley de probabilid­ad alguna vez se tenía que quebrar esa racha. Ocurrió por partida doble. En el minuto 22 abrió su tarde gloriosa y espantó los fantasmas con un zapatazo cerca de las telarañas de la escuadra. Y en el 84’ se dio el gustazo de un monumento que podría haber firmado el mismísimo Ronaldo, el gordito, cuando sus piernas le catapultab­an como un cohete desatado. En campo propio se hizo un autopase ante Sergi Gómez y se pegó una carrera furibunda de 56 metros, cuerpeando con el central, sorteando también una ayuda de Gnagnon, desafiando al enorme cansancio acumulado. No le pudieron echar el guante y acabó la obra de arte regateando a Vaclik.

No está mal pensar que el pesaroso Athletic vaya dirimiendo su presente con un jugador de tanto porvenir. Su bacheado tránsito durante el curso encontró la clarividen­cia gracias al pulmón de su canterano con el dorsal 9. Gracias a él, el segundo capítulo de la trilogía Athletic-Sevilla tuvo poco que ver con la cita de Copa de tres días atrás. Por protagonis­tas y por desarrollo del juego.

Williams capitalizó todo el juego con su presión, sus galopadas y hasta con el dominio del juego aéreo. Acabó fundido pero aún tuvo piernas para el carrerón del 2-0. El Sevilla permanecía agazapado, mostrándos­e ordenado pero sin ambición vertical para llegar al balcón de Herrerín, aunque el VAR le negó un posible penalti en un saque de falta que golpeó en el codo de De Marcos.

EXPULSIÓN DE 70 BIRIS ARMADOS CON CUCHILLOS

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DESATADO. Williams, abrazado por Ibai, Muniain y Dani García junto a uno de los fondos de San Mamés, tras marcar el 2-0 REMATES
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