El giro del 1-3-5-2 en fase ofensiva
La principal novedad aludió al sistema con posesión del Barça
No se hacen revoluciones en apenas cuatro días y menos con Messi en el campo, el verdadero estilo del Barça. Setién había anticipado un cambio de dibujo y cumplió en su estreno. El argentino y Griezmann, juntos por dentro.
La transformación. Setién ordenó una línea de tres atrás —Sergi Roberto, Piqué y Umtiti— en la construcción, que mantuvo tanto en la salida como en las situaciones en campo rival. Durante su trayectoria, siempre ha utilizado disposiciones que incluyeran tres futbolistas, ya fuera apoyándose en tres centrales, bajando al medio centro o abriendo a un interior.
Dentro y fuera. Busquets, Vidal y Rakitic operaron como centrocampistas y Ansu y Jordi Alba dieron amplitud y profundidad por los costados. Con Messi y Griezmann en los pasillos interiores, la estructura en ataque se asemejó a un 1-3-5-2 o 1-3-3-4, en función de la altura de Ansu y Jordi Alba. El Barcelona fue un equipo expansivo —42,8 metros de anchura— y explotó su superioridad por dentro bajo el ascendiente de Messi y la finura en el toque de Griezmann. Sus apoyos generaron el espacio para las entradas de los interiores o de las rupturas de Ansu y Alba.
Sin balón. Con tres jugadores en la última línea, Busquets se lanzó con más arrojo a la presión y lideró la estrategia de recuperación alta del Barça —44,2 metros de distancia a su portería—. Sergi Roberto, Piqué y Umtiti acompañaron con su activación en zonas intermedias y robaron nueve balones en la medular. En contextos de ataque del Granada, el Barcelona se reorganizó en 1-4-3-3. La portería a cero contentó a Setién y a una propuesta que incorporaba un desarrollo táctico distinto. Aunque la revolución siempre sea Messi.
Estructura de tres Línea formada por Sergi Roberto, Piqué y Umtiti en campo propio y rival
El repliegue Presión adelantada con Busquets como eje; si no robaba, pasaba a 1-4-3-3