AS (Sevilla)

¿Habrá mayor desatino? ¡Traspasar Peiró al Torino!

- POR ALFREDO RELAÑO

partido de Liga iba a complicar más las cosas. El Atlético se desplazó a Sevilla, donde ganó 2-4, ¡los cuatro de Peiró! La euforia sube al compás que la oferta del Torino, de la que ya empieza a haber rumores. Se oye, se dice, se comenta… Que si ofrecen tanto más cuanto. El club tiene comprados los terrenos del Manzanares pero sin dinero para las obras, atascadas. Se dice que los jugadores no cobran. Se recuerda que en la asamblea el tesorero había descartado que se traspasara a ningún jugador, “salvo una situación agobiante y para salvar al equipo, porque el equipo vale más que un solo jugador…”. Se dice, se dice, se dice…

El domingo 30 hay nueva salida, a La Coruña. El Atlético empata 1-1. No marca Peiró, pero juega igual de bien y es pichichi con sus seis goles anteriores. El equipo regresa en coche cama. Al apearse en el andén, a Peiró le espera un directivo:

“Joaquín, esta tarde pásate por el club. Tenemos que hablar del Torino”.

El martes 1 de octubre, aparece en prensa una nota del club desmintien­do que hubiera negociacio­nes, pero ya no hay quien pare la agitación de los socios. El 2 está a punto de culminarse el traspaso, tanto que Peiró llega a tener los billetes de avión para el miércoles 3, pero un grupo de notables del club presiona para que se quede. Aseguran tener un crédito puente para salvar la crisis económica. El mismo día 3, la directiva se reúne en la sede del club, en Barquillo, 22. Cientos de aficionado­s cortan la calle. En el número 5 de la misma, vive el presidente, Barroso, que mantiene ese día una conversaci­ón con Peiró, que le pide que acepte. Va a ganar cinco veces más. Y los 25 millones que ofrecen al club aliviarán lo económico. Peiró sabe que sus propios compañeros ven en su salida la solución a los atrasos. La directiva prolonga la decisión hasta entrada la noche, quizá esperando que se disolviera­n los aficionado­s. Por fin aparece la nota inexorable: Peiró se va.

El revuelo entre los atléticos es enorme. El trueno de los aún recientes cuatro goles de Peiró en Sevilla hace aún más dolorosa su salida, que corta de raíz la euforia y desmonta una hermosa delantera que aún se recita: Jones, Adelardo, Mendonça, Peiró y Collar. El domingo, el Atleti recibe al Zaragoza en el Metropolit­ano. El ambiente es de dolor. Una gran pancarta reza: “¿Habrá mayor desatino? ¡Traspasar Peiró al Torino!”. El Atlético gana 2-1, pero no hay consuelo. Es demasiado fuerte la nostalgia por la ausencia del número 10, el querido interior de las medias caídas. El de los cuatro en Sevilla.

A Peiró le fue bien en Italia. Tras dos cursos en el Torino pasó al Inter de Luis Suárez y Helenio Herrera, con los que ganó consecutiv­amente dos Copas de Europa y dos Interconti­nentales. Así que formó parte de los dos mejores años de ese club, donde le apodaron Il Rapinatore, por un célebre gol al Liverpool, hurtándole el balón al portero cuando lo botaba… Luego pasó cuatro cursos en el Roma, donde se retiró, con la Copa de Italia de 1970. Tenía 34 años. Por su parte, Luis Del Sol, tuvo una larga y feliz estancia de ocho años en la Juve, donde la apodaron Siete pulmones. En el 70 pasó al Roma, tras la baja de Peiró, donde estuvo dos años. Y aún apuró su carrera en el regreso a España, en su Betis, donde había arrancado, antes de ir al Madrid. Allí se retiró, con 38 años. Luis Suárez, tras nueve años en el Inter, se fue, también en el 70, a la Sampdoria, donde se retiró al cabo de tres temporadas, ya como líbero científico. También tenía 38 años cuando lo dejó.

Los tres triunfaron. No sólo ganaron dinero: nos hicieron quedar bien.

Aquí, cada noche de domingo, las radios nos contaban sus peripecias, que seguíamos con interés y emoción. Sobre todo los atléticos, para los que Peiró fue tan especial.

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De izquierda a derecha: Miguel, Peiró, Callejo, Rafa y Collar.

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