El curioso caso de Carioco
Manolo Delgado, nacido en Río e icónico portero del waterpolo español, se perdió los Juegos de 1984 por accidente y es padre de Adrià, actual internacional
Semanas antes de volar a Los Ángeles, la Selección de waterpolo se fue de gira por Países Bajos. Después de quedar cuarta en los Juegos Olímpicos de Moscú (1980) y de conseguir la primera medalla de la historia, el bronce en el Europeo de Roma (1983), las expectativas eran máximas. “Estábamos ya en el meollo. Habíamos podido ganar a Italia, Hungría y Yugoslavia. Nos considerábamos candidatos a otro metal”, dice Manolo Delgado, exportero y padre de Adrià, actual jugador del combinado nacional.
Pero el último arrebato de un partido intrascendente ante Rumanía cambió el destino. Delgado, meta “valiente”, como relata su excompañero Jordi Sans, salió a cortar un contraataque. De manera fortuita, uno de los dedos del rival impactó violentamente en su ojo izquierdo. “Nos asustamos de su grito. Nos dimos cuenta de que era algo grave”, insiste Sans. A Delgado le diagnosticaron una luxación del cristalino. A sus 29 años, colgó el gorro. “Estaba entre los tres mejores del mundo”, asegura Sans. “Es de los más grandes que ha habido, una leyenda”, rememora Enric Bertrán, presidente de la Federación Catalana y jugador de aquella época.
Manolo Delgado, apodado Carioco, perdió así una gran oportunidad después de una vida de película. Su padre nació en Écija, pero se trasladó a
Barcelona. Conoció a su futura mujer en la Barceloneta y decidieron, por el franquismo, irse a Río de Janeiro. Allí nació Manolo, en 1955.
Uno de los referentes del waterpolo nacional creció jugando a fútbol descalzo en la playa de Copacabana (residía cerca de la favela de Rocinha e Ipanema), donde recuerda una infancia “de las que se ven por la tele”. Con nueve años, la medicina se cruzó por primera vez en su trayectoria. Sufrió dos hernias inguinales y viajó en barco a Barcelona con su madre para operarse. Y vivió una de sus primeras aventuras: “Estaba con otros niños y me lanzaron a la piscina. Los camareros me sacaron. Casi me ahogo”.
Ya en Barcelona, sus familiares habían practicado waterpolo. Le enseñaron a nadar al dejarle solo en el mar, y con 12 años se apuntó al CN Barceloneta. Autodidacta, empezó a destacar en la portería hasta que llegó a la Selección. La defendió con estilo una década, vio nacer a Manel Estiarte (le dedicó un escrito: “Manolo, a tu lado, ayer, hoy y siempre”), a Jesús Rollán (“Como persona era Don Jesús”) y se convirtió en uno de los protagonistas de una disciplina en auge.
Película Natural de Río, se asentó en la Barceloneta desde los nueve años