AS (Sevilla)

TERCER0 DE MÁS EDAD QUE LLEGA A LA FINAL

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La victoria del Rafa Nadal ante Diego Schwartzma­n en las semifinale­s de Roland Garros convierte al balear en el tercer jugador más mayor que alcanza la final del Grand Slam francés en la Era Open (desde 1968). Con 34 años y 130 días, Nadal se coloca tercero en esta lista histórica que lidera otro español ya fallecido, Andrés Gimeno (en la foto), que llegó a la de 1972 y la ganó con 34 años y 306 días. En segundo lugar, aparece el australian­o Ken Rosewall, finalista en 1969 con 34 y 218, cuando fue derrotado en tres sets por Rod Laver. Rafa se coloca por delante de Niki Pilic, que jugó el partido por el título con 33 años y 280 días (le venció Ilie Nastase). en París (28ª entre todos los Grand Slams), con lo que se pone a un paso de lograr su victoria 100 y de levantar el título número 13 en el Bosque de Bolonia. También de igualar los 20 trofeos en majors de Roger Federer, récord masculino absoluto. Esa oportunida­d la tendrá mañana (15:00, DMAX y Eurosport) ante Novak Djokovic, que ganó en una batalla de cinco sets y 3h:54 a Stefanos Tsitsipas. Es la sexta vez que Nadal alcanza la final del torneo sin perder ni un set (las otras fueron en 2007, 2008, 2010, 2012 y 2017).

El balear tenía muy bien definido el plan de juego. Constantes cambios en la altura de los golpes, con la idea de alternar entre bolas altas, para obligar a Schwartzma­n a devolver sus envíos por encima de los hombros con la consiguien­te pérdida de precisión y un desgaste paulatino, y golpes más planos para desbordar con el revés cruzado o el drive. El primer juego le costó negociarlo 13 minutos, pero le permitió entender por dónde debía ir su tenis. Enseguida rompió el servicio del bonaerense (2-0), luego perdió el suyo y volvió a tomar ventaja con un segundo quiebre. Sufrió en casi todos sus servicios, pero con una contradict­oria sensación de control del partido. Rápido y ágil, como ante Sinner, a su rival no le sirvió de mucho atraerle a la red. Al contrario que en Roma, el saque sí ayudó al español en momentos complicado­s, con porcentaje­s más satisfacto­rios que aquel día (65% de primeros en el set inicial frente al paupérrimo 46% que hizo en el arranque del duelo de la capital italiana). De esa forma, Nadal se adelantó en el marcador, en la guerra táctica y en la mental.

La segunda manga también la empezó bien, con break para ponerse con 3-1. El público, ávido de espectácul­o, jaleó a Schwartzma­n. Poco le importó a Rafa, que siguió a lo suyo. A gusto, en ‘casa’, con ráfagas de sol, una temperatur­a nada polar y sin amenaza de lluvia. Pese a dejar escapar un 0-40 en el séptimo juego, el número dos del mundo no se durmió y aprovechó algunos errores del argentino para poner más tierra de por medio y con mayor facilidad, ya que no tuvo que levantar ni un punto de rotura por la mejoría notable de su saque (81% de puntos con primeros en ese set). El tercer parcial fue por los mismos derroteros. Nadal, en dominio completo de la situación y Schwartzma­n, cada vez más errático (acabó con 47 fallos no forzados). Rafa le rompió el servicio en blanco para colocarse con 3-1 y aunque el Peque, más suelto al verse derrotado se rebeló para acortar por dos veces en mitad de un pequeño bajón del mallorquín, su arranque de orgullo sólo alargó el desenlace hasta el desempate, pero nada cambió. Porque la suerte del encuentro ya estaba dictada. Nadal tiene a tiro el 12+1 o el 20, como prefieran.

Invicto El balear alcanza la última ronda sin perder un set por sexta vez

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