Apaga el fuego
Dembélé revoluciona y se lesiona ● Los galos ven peligrar el liderato ● Obligados a ganar a Portugal
cromo del dibujo, centrado y con libertad para revolotear.
Entre los dos jugadores del Barça encendieron la luz. El extremo remató al palo en su primera jugada, pero fue el mediapunta el que logró la difícil tarea de igualar el choque. El gol fue un castigo a la defensa húngara, firme hasta entonces. Una falta a favor se tradujo en un contragolpe tras el saque rápido de Lloris, los centrales cometieron la imprudencia de dejar botar el balón ante Mbappé y el del PSG lo aprovechó para dividir y provocar un balón suelto que empujó Griezmann, tan listo como siempre.
El empate tuvo un efecto inmediato en el marcador, pero sobre todo en el ambiente. La gesta húngara había durado mucho y, sin embargo, quedaba lo peor. Deschamps quemó sus bazas. Metió a Giroud por Benzema, poco inspirado, y probó con Tolisso por Pogba, desacertado igualmente. Quedaba un cuarto de hora de asedio, arrollador. A Hungría le empezaron a faltar las fuerzas, también la confianza.
Los últimos diez minutos fueron un infierno absoluto. Cada embestida francesa hacía temblar el estadio. Mbappé se encontró de frente con Gulacsi, que salvó de nuevo inconmensurable. Dembélé, que era un ventilador por la derecha, se lesionó, y su lugar fue casi sin tiempo para Lemar. Era sobrevivir o morir. Era aguantar a la mejor selección del mundo para celebrar un empate como la ‘victoria’ más importante en los tiempos recientes. Era Hungría volviendo a sentirse grande...