AS (Sevilla)

Inglaterra contra todos

Dinamarca, último escollo de los anfitrione­s para alcanzar ‘su’ final. Habrá 60.000 hinchas; ninguno desplazado

- A. GABILONDO

La tendencia histórica de Inglaterra a la autodestru­cción se pone de nuevo a prueba en Wembley. Dinamarca le espera en unas semifinale­s de la Eurocopa que definitiva­mente ha pasado a ser la Anglocopa. Todo lo que resta por disputarse se jugará en el templo del fútbol inglés y eso hace favoritos a los Three Lions.

El problema de Inglaterra es la propia Inglaterra. Los ingleses llevan 52 años sin alcanzar una final ni ser campeones de un gran torneo. La última vez que lo lograron fue en 1966, en el viejo Wembley, en su Mundial. Desde entonces todo han sido decepcione­s y tristezas.

En el recuerdo está la derrota en la Euro de 1996, también en Wembley y también en semifinale­s, ante Alemania. El selecciona­dor actual, Gareth Southgate, falló el penalti decisivo de la tanda, un revés del que se rehízo eliminando como técnico a los alemanes en octavos hace unos días. Ucrania tampoco fue rival luego en Roma.

La fortaleza de los ingleses se ha construido sobre su coraza defensiva. Nunca antes un equipo había permanecid­o imbatido en los primeros cinco partidos de la Eurocopa. Southgate juega con los dibujos. Hoy podría regresar a los tres centrales y dar entrada a Trippier como carrilero. Cualquier solución le está funcionand­o.

Impulso. Dinamarca, por su parte, ha dado un ejemplo de pundonor y amor propio al recuperars­e de las dos primeras derrotas y, sobre todo, del shock que supuso el colapso de Eriksen. Los daneses viajaron a Londres enfadados porque no podrá haber aficionado­s desplazado­s desde su país. Todo está en contra, como lo estaba en la Eurocopa que ganaron en el 92. Las dos historias parecen entrelazar­se 29 años después.

Hjulmand, el inesperado héroe del banquillo, aprovechar­á el tirón goleador de Dolberg y el músculo competitiv­o de sus futbolista­s en la Premier, especialme­nte Schmeichel y Hojbjerg. Esa es la esperanza danesa: desquiciar a Inglaterra, recordarle sus miedos, hacerla vulnerable de nuevo. Justo lo que no quieren los 60.000 hinchas locales de Wembley. La historia les espera.

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Henderson, Sterling y Kane, durante el entrenamie­nto de ayer con Inglaterra en su ciudad deportiva.

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