AS (Sevilla)

El caníbal del esprint

Cavendish está a un triunfo del récord de Merckx tras ganar en Valence ● Hoy, doble subida al Mont Ventoux

- JUAN GUTIÉRREZ

Dos días antes, Mark Cavendish cruzaba la meta a 35:49 minutos del ganador, el heroico Ben O’Connor, escoltado por sus fieles Tim Leclerq y Michael Morkov, que le acompañaro­n en el calvario de la última ascensión, Tignes, que coronaba una tortura de cinco puertos, concentrad­os en 150 kilómetros, bajo la gélida lluvia. El inglés celebraba el final de la procesión junto a sus dos colegas como si hubiera ganado la etapa, visiblemen­te emocionado. Cavendish había logrado esquivar el fuera de control, mientras que otros dos velocistas, Arnaud Démare y Bryan Coquard, habían fracasado en el intento, y un tercero, Tim Merlier, se había quedado por el camino. Cav supo vaciarse y hoy lo agradece. Salvó el maillot verde y, sobre todo, salvó el horizonte de volver a esprintar en este Tour de Francia… Y de acercarse, un poco más, a ese récord histórico de 34 triunfos de etapa de Eddy Merckx. El británico sumó ayer en Valence su tercera victoria en la presente edición, que también es la 33ª de su carrera, y ya está a tiro del Caníbal. Mereció la pena sufrir en los Alpes.

El Tour 2021 retomó el camino después de la jornada de descanso en Albertvill­e, una localidad olímpica, con todos los focos puestos precisamen­te en Cavendish. En esta segunda semana asomaban tres posibilida­des de llegadas masivas, al menos en teoría. La primera apuntaba a Valence, una meta en la que ya habían inscrito su nombre otros velocistas coetáneos como André Greipel y Peter Sagan. Un lugar ideal para que el bólido de la Isla de Man añadiera otra muesca en su palmarés. La pregunta surgió inevitable­mente en la salida: ¿El récord de Merckx? Y Cav volvió a evitar la cuestión. Por superstici­ón, por aligerar la presión… De momento, prefiere no hablar del asunto. Una actitud diferente a la del propio Eddy, que ya ha entrado al pique: “Cavendish nunca ganará cinco veces el Tour”. El Caníbal es un deportista ambicioso hasta en la jubilación.

En bandeja. La locomotora del Deceuninck le dejó esta vez la victoria en bandeja, con un lanzamient­o doble, primero de Davide Ballerini y después del infalible Morkov, quien, en un símil futbolísti­co, le puso el balón sólo para empujarlo. “No hice nada en particular, únicamente 150 metros”, admitió luego el vencedor. Cavendish batió a los belgas Wout van Aert, que ha olvidado su lucha por la general para pelear en los embalajes, y Jasper Philipsen, que sigue sumando puestos de vanguardia, un segundo y dos terceros, sin capacidad para rematar la faena. A Cav le toca hoy volver a sufrir con dos subidas al Mont Ventoux, el mítico Gigante de la Provenza, y mañana, en la meta de Nîmes, e incluso el viernes, en Carcasona, tendrá dos oportunida­des más para igualar o para batir a Eddy Merckx. Hasta entonces, silencio. Se esprinta.

Calentón. Más allá de la lucha de los lobos de la velocidad, la décima etapa no tuvo demasiada historia. La escapada del día, protagoniz­ada por el canadiense Hugo Houle y el belga Tosh van der Sande, nunca proyectó visos de éxito. Hubo caídas, como de costumbre, entre ellas las de dos gallos como Geraint Thomas y Richie Porte, o la de un campeón del mundo como Mads Pedersen, pero sin consecuenc­ias graves. Sólo el viento y el ímpetu del Deceuninck, al que se unió el Jumbo con Jonas Vingegaard en primera persona, amenazó con un corte del pelotón a 15 kilómetros de la meta, pero la cosa no pasó de un buen calentón para mantener la cabeza y del látigo correspond­iente para los más rezagados. Luego vino el esprint. Ya saben: territorio de Mark Cavendish. El caníbal de la última recta.

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Mark Cavendish celebra su nueva victoria en Valence, meta de la décima etapa del Tour de Francia, por delante de Wout van Aert y Jasper Philipsen.

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