¡Vaya juerga de
El Madrid se levanta dos veces para ponerse líder ● Un ataque demoledor tapa las goteras defensivas
Ancelotti y Zidane fueron pareja, pero no son lo mismo. Sin Cristiano, el francés buscó la solución en un mejor cobijo del equipo que compensase la irreparable pérdida. El italiano pretende arreglar esto a tiros. Así que el equipo saca los puños y pone la cara, en espera de que le aguanten más las manos que el rostro. Así le ganó al Celta, otro que va del mismo palo, y se puso líder en el partido de vuelta al Bernabéu. Un partido que fue una gozada y lo ganó el Madrid porque tiene a Vinicius y Benzema, fontaneros de muchas goteras defensivas. También debutó Camavinga, que cayó de pie.
Todas las teorías evolutivas del fútbol (crecen en los últimos tiempos como setas en FIFA, UEFA, Liga, Federación, Superliga y lo que surja) arrojan una asombrosa conclusión: es imprescindible inundar aún más un calendario que anda ya con el agua al cuello. Todo hasta que salgamos a partido diario por equipo, que hará que los futbolistas mueran más ricos y más jóvenes. El viernes saltaron del avión (privado, gentileza de LaLiga) a Valdebebas Militao, Valverde, Casemiro y Vinicius tragándose el jet lag, la paliza en las piernas y el estrés de haberse echado durante una semana un país en la mochila. El sábado se pusieron al día por vía de apremio y ante el Celta alineó Ancelotti a los cuatro, indicio de que conforme uno se acerca al banquillo empeora mucho la situación.
También devolvió la titularidad a Hazard, incluso a costa de alterar el mapa ofensivo del equipo. La del belga es una terapia de insistencia, a la espera de que el tiempo haga su trabajo. Ayudó la vigesimocuarta lesión de Bale, que también forma parte, como la presencia de público o la apertura del Bernabéu, de la vuelta a la normalidad. La cohabitación Hazard-Vinicius reordenó al Madrid en un 4-2-3-1 en ataque, con Valverde a la derecha y el belga en la mediapunta. Sin la pelota, el diseño derivó en un 4-4-2, con ciertas obligaciones defensivas para Vinicius, y resultó una verbena.
Antes de averiguar si la cosa iba a funcionar, el Celta, ese equipo al que da gusto ver en el campo y no tanto en la tabla, ya estaba por delante. Un pase imprudente de Miguel Gutiérrez provocó la reacción en cadena: Casemiro y Nacho se enredaron, Militao no cerró y Santi Mina se apuntó el primer gol del reestreno del estadio. Y como volvió el público, se reabrió la sala de juicios: sonaron los primeros pitos en 18 meses. Pero el Celta comparte mucho con el Madrid: está hecho para atacar y defender le cambia el humor. Así que de inmediato se tragó tres ocasiones claras del anfitrión: Dituro sacó la primera y su ángel de la guarda las otras dos.
Todo sucedió en torno a Vinicius,