AS (Sevilla)

Para el recuerdo

Courtois, último héroe de un equipo heroico ante un Liverpool que apretó hasta el final ● Turpin anuló un gol polémico a Benzema

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Ancelotti, de bajarle el volumen al partido porque el ritmo que proponía el Liverpool estaba fuera del alcance de Modric y Kroos. Eso sí lo consiguió. Pasada la media hora ese fuego del Liverpool parecía medio extinguido, aunque no era capaz de cerrar la hemorragia de un impecable Alexander-Arnold, lateral de asalto en toda regla.

El atestado de la primera mitad hablaba de un Courtois heroico y de un Alisson inédito, un escenario muy adverso para el Madrid sin traducción en el marcador. El equipo seguía a flote por la aplicación de su cuarteto defensivo: poderosos sus laterales, atentísimo­s Alaba y Militao. Y en esas llegó una de esas jugadas CSI. Benzema se vio solo ante Alisson, que le cerró, pifió el pase atrás, llegó Valverde, fue al corte Fabinho, tocó la pelota el brasileño con una rodilla a ras de suelo y el balón volvió al francés, que marcó en posición ilegal. Cuatro minutos tardó el VAR en determinar si fue rebote, que invalidaba el tanto, o despeje de Fabinho, que lo legalizaba. Desde la cabina sacaron bandera roja. También hubiera sido aceptable la blanca. El debate sobre el gol anulado durará tiempo. La afición del Madrid clamó contra Ceferin, que ha tenido días mejores.

La conmoción no cambió el partido. Al Liverpool siguió acompañánd­ole la fuerza y al Madrid, Courtois. Lo natural era el gol inglés y lo sobrenatur­al, lo que sucedió, lo que ha sucedido en toda esta Champions de los milagros. Modric salvó la primera presión del Liverpool, la pelota llegó a Valverde, trazó una diagonal y su pase fuerte lo empujó a la red Vinicius. Ese es el talón de Aquiles de Alexander-Arnold: a su espalda pasan demasiadas cosas. Un gol en medio de la nada. En eso también es inigualabl­e el Madrid. No le den una bala.

Tras los abrazos llegaban las espinas, el sufrimient­o extremo. No se gana una Champions sin pasar un mal rato. El Madrid ha guardado suficiente­s para las próximas cinco ediciones. Courtois le salvó dos zurdazos a Salah, la RAF bombardeó el área blanca, a Casemiro se le fue una ocasión tremenda por falta de tacto en su pie izquierdo, Klopp vació el cargador de los cambios (Diogo Jota, Keita, Firmino...), Ceballos perdió la ocasión de entrar en la historia en el descuento... Eso sí era la final, con el Madrid acampado en su área, pero alerta en las salidas. Un ejercicio de resistenci­a que le llevó a la Decimocuar­ta agarrado a un portero excepciona­l, a un entrenador incomparab­le que ya tiene más Champions que nadie y a un equipo protegido, a partes iguales, por su espíritu y por las hadas para escribir la gesta de las gestas.

REPORTAJE GRÁFICO

JAVIER GANDUL Y JESÚS A. ORIHUELA

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