Un equipo de barrio, un sentimiento mundial
El Rayo celebra su 98º aniversario con sus mejores embajadores, aficionados que viven en Argentina, Venezuela, Cuba, EE UU, Portugal, Italia, Polonia...
Los sentimientos no entienden de fronteras ni de idiomas. Por eso, el Rayo celebra su 98º aniversario conquistando todos los rincones del mundo. Ese sentimiento ha viajado desde Vallecas hasta Brasil, Argentina, Colombia, Venezuela, Cuba, Estados Unidos, Irlanda, Portugal, Italia, Polonia... De un barrio a todo el planeta. Su punto de encuentro es un chat de WhatsApp llamado
‘Rayistas por el Mundo’, con más de 40 participantes de diferentes países.
Uno de sus fundadores, Stefano Picasso, es también el creador del ‘Rayo Vallecano Italian Fan Club’. Su flechazo con la Franja viene de lejos... “Conocí al Rayo gracias a Ska-P, una de mis bandas favoritas. Me enamoré de la afición y sus ideales”, recuerda.
El otro alma máter del grupo de WhatsApp es Natxo Ini. A su vez, motor de la ‘Agrupación Rayista Argentina’. A él le cautivó “la idea del fútbol politizado”. Cuando aterrizó en Madrid le pudo “la curiosidad por este estadio, idéntico al de Argentinos Juniors”. Por eso, no sorprende que su único tatuaje sea “el rayito del escudo”.
Esta peña posee 11 integrantes, varios vinculados a la ‘Peña Rayista Riverplatense Argentina’, gestada por el fallecido Fernando Luis Puente. Aquella peña fue la primera en el extranjero, nació en el 2000 y llegó a tener 3.000 socios. Pablo Branda, su vicepresidente, vivió en Vallecas el partido de la UEFA contra el Lokomotiv. “Sortearon un viaje y le tocó a un amigo. Vimos el primer tiempo en el palco, hicimos un lunch y en el segundo, estuvimos en la grada con ‘Planeta Rayista’. Después, Bolo me regaló su camiseta”, dice.
La peña ‘La Franja de Cuba’ tiene una particularidad: su presidente, Reinier Crespo, vive en La Habana y su vicepresidente, Javier Piñas, en Vallecas. “Somos unos 30, desde septiembre de 2021”, apunta Javier, que se volcó con el equipo que forman los peñistas. “Pedimos al club que nos ayudara con las camisetas y nunca respondió”, lamenta Reinier. Sí llegaron donaciones de rayistas, como Trejo y Cota. “Queremos montar un museo con esas”, avisan.
Al venezolano John González su pasión por el Rayo le ha jugado malas pasadas. Sin ir más lejos, como fotógrafo en un evento con el alcalde: “Grité un gol de Bebé, todos me miraron y pensé que me botaban”. Se emociona cuando habla de su camiseta: “Monté una lloradera a mi mejor amiga para que me la trajera. Fue a la tienda y solo quedaba una XL. Pasó dos veces la tarjeta y se la denegó. Se marchó a uno de los bares de enfrente y el camarero la ayudó. Los jugadores se la firmaron y Jémez me grabó un vídeo. Cuando lo vi parecía una quinceañera con los Backstreet Boys (risas)”.
California es punto de encuentro de rayistas, de dos Joses. El vallecano José González vive en Los Ángeles y se hizo abonado la temporada en la que fichó Hugo Sánchez, el mismo al que años después se encontró en Universal. “Iba al baño y pasó delante. Al salir le saludé con mi camiseta del Rayo y nos hicimos una foto”, afirma José, que tiene presente la Franja: “Mi matrícula es Rayo VK y pago 45 dólares al año”.
Su tocayo, José Ramírez es de Las Musas y reside en San Diego, aunque esta semana está en España. “Mi idea era venir a la final de Copa y llegué a reservar el vuelo. Al final, me vine a ver a la familia y correr la Carrera del Rayismo”, desvela este pequeño accionista: “Tengo una y conservo el recibo del BBVA de 10.000 pesetas”.
Edyta Pieron, de Cracovia, estará un mes por Madrid. Su vida dio un vuelco en la 12-13, por culpa del Rayo. “¡Por eso aprendí español! El fútbol tan vistoso de Jémez me enganchó”, comenta esta enamorada del barrio: “El Rayo no existiría sin Vallecas y Vallecas no sería igual sin el Rayo. Me maravilló esa sensación de ser una más desde el principio”.
Para el italiano Simone Sperduto, el Rayo es único. “Es difícil explicar lo que representa. No existe un equipo así, con un barrio detrás. Me gusta esa unión también en cuestiones sociales. Aquí saludan a la afición rival en el campo, los jugadores salen andando por la calle...”, se sorprende.
Otro habitual en el estadio es Robbie O’Sullivan: “Hay muchos irlandeses, somos luchadores, como los vallecanos y con ellos podemos no so-lo hablar de fútbol, también de la vida”.
La periodista portuguesa Filipa Santos aterrizó en el Rayo para cubrirlo y le atrapó: “Lloré escuchando ‘A las armas’ y acordándome del himno portugués, ‘às armas, às armas”. La llama no se apaga, pese a la distancia, porque no hay kilómetros que separen un mismo sentimiento.
Conectados
El punto de encuentro es un grupo de WhatsApp Pioneros
La Peña Rayista Riverplatense, la primera en el extranjero