AS (Sevilla)

Griezmann, mimos y exigencia

El francés no ha dado el rendimient­o que se esperaba ● Solo ocho tantos, tres de ellos en Liga ● Simeone confía en él y en su tándem con João

- F. J. DÍAZ / MADRID

Griezmann no respondió en esta temporada recién acabada a lo que se esperaba de él cuando llegó al Atlético en el último momento del cierre de mercado veraniego. Simeone entendió que con su regreso el equipo podía dar un salto de calidad. Lo hizo a medias. Bien en Europa y flojo en LaLiga, Griezmann no fue el que se pensaba. Resultó el de siempre en lo relativo a lucha y compromiso. Pero estuvo muy por debajo en sus cifras goleadoras. Y el Atlético lo acusó.

El francés marcó tres goles en 26 partidos ligueros, algo impropio para un futbolista de su talento. Son, además, las peores cifras de su carrera. Hizo un tanto en Copa, en un partido, y cuatro en nueve de Champions. Ahí sí se mostró decisivo en un torneo europeo muy complicado para el equipo rojiblanco ya desde el sorteo de la fase de grupos. En la dirección deportiva saben que Griezmann tiene que volver a ser el de antes. Le queda un año de cesión en el Atlético y esperan ver de nuevo la mejor versión del francés.

Su salario y su rol en el equipo no se han visto acompañado­s por un buen rendimient­o. Toca mejorar.

Es cierto que esta temporada ha tenido un hándicap desconocid­o para él: las lesiones. Una entrada de Carvajal ante el Real Madrid en diciembre le dejó fuera durante dos meses. Porque volvió en enero en Copa ante el Rayo Majadahond­a, pero duró solamente sobre el campo 18’. Una palabra llena de hiel, entonces, la boca de Simeone: “Recaídas”. La de Griezmann duraría un mes y medio. Volvió pero no volvió a ser el mismo que era antes de esa lesión. Era la primera vez en su carrera que sufría una lesión larga. No está acostumbra­do a algo así, él mismo lo ha reconocido en declaracio­nes posteriore­s.

Después se topó con un tapón y un frontón, los dos íntimament­e ligados. Porque el tapón era ese peso que arrastraba en su cabeza cada vez que asomaba la portería rival y él disparaba para toparse siempre con lo mismo, el frontón. A veces era el travesaño, a veces el poste. A veces era la punta del guante del portero, a veces el pie. Ninguno de todos los remates que intentó sobrepasar­on la línea de cal que habría estallado ese peso en su cabeza. “Sólo necesita eso, un gol, un gol”, susurran quienes le ven trabajar día a día en el Cerro del Espino, que saben. El compromiso de Griezmann con el trabajo y con el grupo es intachable, va de serie. Su sequía en el gol, desconocid­a.

En el club están ahora mismo en la doble tesitura: mimos para un jugador que debe ser, junto a João Félix, buque insignia del Atleti 22-23. Pero también hay que pedirle el máximo. Exigirle como a una estrella. Griezmann, 31 años (21-031991) lleva 293 partidos con el Atlético (263 titulares), con 141 goles y 50 asistencia­s. Está en el puesto 32 de futbolista­s con más partidos con la camiseta rojiblanca.

Griezmann buscará el título de Liga que se le resiste. De rojiblanco ha ganado una Supercopa de España, una Europa League y una Supercopa de Europa. Pero la liga rojiblanca de 2021 la vio por la tele: dos años antes había dejado al Atlético para subirse al tren del Barça... y no dejar de añorar lo que aquí dejaba. Se queda. Su cesión es dos años. Su pago al Barcelona el próximo verano, en 2023.

Frenazo

El 8 no había sufrido una lesión larga y acusó sus dos meses fuera

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Griezmann, durante el Real Sociedad-Atlético.

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