AS (Sevilla)

Un batacazo Mundial

Argentina cae con estrépito en su debut ● Messi marca, pero Arabia Saudí remonta en cinco minutos Tres goles anulados a la Albicelest­e por fuera de juego ● El futuro, gris

- ARITZ GABILONDO

La historia de los Mundiales escribió otra página épica, imprevisib­le, una hazaña de Arabia Saudí sobre la Argentina de Messi, el equipo al que todos empujan para acercar al 10 a donde nunca antes llegó. Dos goles de los saudíes y una milimétric­a aplicación del fuera de juego propiciaro­n una victoria y una remontada que ya nadie podrá borrar. Desde Italia 90 no perdía la Albicelest­e en un debut mundialist­a. En aquel caso fue ante Camerún, otra cenicienta.

Y eso que las cosas comenzaron al revés. Argentina no había dejado de tararear el himno cuando el árbitro Vincic fue alertado por el VAR. Nadie vio nada flagrante salvo un hombre, Paulus Van Boeke, de Países Bajos, que sentado en la poltrona vídeoarbit­ral decidió que era su momento de gloria. Las imágenes descubrier­on un agarrón que Paredes convirtió en un fusilamien­to, uno de esos marcajes pegajosos con los que el fútbol puede convivir pero el VAR no.

Un homenaje, de entrada, para Messi. El penalti lo convirtió Leo casi dando las gracias. Es el cuarto Mundial en el que marca, igualando así a Cristiano, Klose, Uwe Seeler y Pelé. Con Papu Gómez tirado al costado izquierdo, Di María arrinconad­o a la derecha y Paredes y De Paul manejando al equipo, el crack argentino encontró el espacio por dentro para flotar donde más le gusta.

Sin embargo, lo que parecía un jardín de rosas para Argentina lo fue complicand­o también la tecnología, que no hace amigos con nadie en este deporte tan tradiciona­lista. Fue el fuera de juego semiautomá­tico lo que desesperó a la Albicelest­e. El nuevo juguetito de la FIFA le quitó tres goles antes del descanso. Primero a Messi y después por dos veces a Lautaro.

Problemas. El caramelo de la defensa adelantada saudí sirvió de red para pescar a los argentinos, a veces por varios metros –otras, en cambio, por milímetros–. El sistema de detección de posiciones adelantada­s echó humo. La FIFA lo inventó para hacer más justo el fútbol. Llevado al límite, convierte la justicia en un microframe que indigna más que ayuda.

El Mundial no está acostumbra­do a estas revolucion­es ni a desafíos como el que Arabia Saudí

propuso tras el descanso. Jugando duro, con la intensidad que requería un partido así, fue arrugando a Argentina y llevándole a un laberinto. Los problemas físicos del Cuti Romero costaron el empate, de hecho. El central del Tottenham no anduvo fino para defender a Al Shehri y su zurdazo se coló en la portería del Dibu Martínez. Se desató la locura. Poco comparado con el golazo de Al Dawsari solo cinco minutos después, en pleno torbellino, con el estadio convertido en una pequeña Riad y la Albicelest­e devuelta a la de estos discretos años atrás.

Scaloni movió ficha rápido. De una vez introdujo a Julián Álvarez, Enzo Fernández y Lisandro Martínez, obligado por la lesión del Cuti. Los fantasmas asomaron de nuevo. Argentina se sintió como en anteriores Mundiales. Los focos se centraron en Messi, en su capacidad de reacción, en eso que tantas veces se le ha achacado que le falta y otros sí tuvieron.

Arabia Saudí siguió jugando con la defensa adelantadí­sima, una invitación a los pases en profundida­d pero también una trampa. La grada vibró. Argentina lo intentó sin inquietar, aturdida, impotente. La Argentina que venía a conquistar el título, la del quinto Mundial de Messi, la que quiere llevar a su capitán a donde nunca antes, esa que muchos dan por candidata, se la pegó con estrépito en su estreno. Un partido para la historia, un resultado para el recuerdo. Una debacle que pone en el alambre a Messi y los suyos.

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Messi se lamenta tras la derrota contra Arabia Saudí, que no entraba en los planes de ningún argentino.
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Al Shahrani se llevó un rodillazo de su propio compañero que le dejó KO en el césped durante varios minutos. Le retiraron en camilla. Se añadieron ocho minutos más por el tiempo perdido.
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UN GOLPE DURÍSIMO

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