Asensio entretiene la espera por Cristiano
Debuta oficialmente en el Bernabéu ante un Celta deprimido
Se marchó Nolito y anocheció en Vigo. Una atmósfera depresiva parece haberse apoderado de un equipo que concluyó sexto la campaña pasada, entre el aplauso general. Tres derrotas en pretemporada, el conflicto que llevó a Cabral a la nevera, el mal recuerdo de las últimas dos campañas que se iniciaron en Europa y acabaron en Segunda, la carestía de fichajes, el campanazo del Leganés y, finalmente, un calendario burlón que le lleva a encadenar partidos ante Madrid y Atlético, con seria amenaza de concluir septiembre cerca de la cola.
Así llega el Celta a Madrid, aunque durante la semana se han abierto algunos claros. Iago Aspas, duda durante días, llegará a tiempo para el Bernabéu. Munir puede calmar la sed de refuerzos. Pablo Hernández también se ha puesto a punto, aunque ahora se ha roto Marcelo Díaz, llamado a ser alma del equipo. Hugo Mallo, siempre lateral, improvisará de pivote. Y Berizzo ha acabado por indultar a Cabral después de tenerle diez días en la celda de aislamiento del entrenamiento en solitario. Es su mejor defensa y le necesitará en Chamartín. Vino sin él, sancionado, la pasada campaña y al Celta le cayeron siete, seis en la segunda mitad.
Vuelve Modric. Al otro lado del ring y con mejor cara anda el Madrid, de recogida de premios en Mónaco, encantado con sus novedades y recortando la enfermería. Hoy regresa Modric, cumplida su sanción, que es ponerle cascabeles al centro del campo y recuperar esa línea de titularísimos que forma con Kroos y Casemiro. Eso saca del once a su compatriota Kovacic, descarte que esta temporada sí merece un lamento. Difícilmente Zidane quitará del equipo a Morata y Asensio, pareja de gran éxito en Anoeta. Y aumentará su jaqueca prepartido con la recuperación de Pepe.
Una torcedura de tobillo de Isco y el parte médico habitual le han evitado ofrecer una lista con traumas. Sólo Nacho se queda fuera de los disponibles. Pero James comenzará de nuevo en el banquillo. Zidane ya admite que este suceso comienza a ser un problema. Quizá lo resuelva antes del 31 de agosto, pero el colombiano no está por la labor de facilitar un traspaso. Así que a la espera de Cristiano, que esta vez se ha visto abrigado por una prudencia extrema, el Bernabéu aguarda pasarlo en grande con Asensio. Ya no es visto como primer suplente del portugués sino como símbolo de la regeneración.