AS (Valencia)

Buscando a Puyol, el gol de Cristiano y el mejor jugador de LaLiga

- LA DUCHA ELÍAS ISRAEL @elias_israel

Un Puyol como el comer. Vaya por delante: al que se le ocurrió lanzar una botella a los jugadores del Barça no debería volver a pisar Mestalla durante unas cuantas temporadas. Dicho esto, debería ser sancionabl­e la actitud de Neymar, encarándos­e e insultando al público y muy criticable el fingimient­o de varios jugadores en esa misma piña. Es inolvidabl­e la imagen de Puyol, quitándole a Piqué un mechero lanzado desde la grada, para que se centrase en el juego. La comparació­n es odiosa. Títulos se pueden conquistar con excelentes jugadores, pero la grandeza necesita de líderes ejemplares. Este Barça necesita otro Puyol.

Zidane y Cristiano. Es tan extraordin­ario lo que ha hecho en el Real Madrid que cuando se parece al común de los futbolista­s, las alarmas se encienden sin remisión. Como todo en fútbol, el rescate goleador de CR es una cuestión de equipo. Hasta que retorne ‘El Bicho’ en su versión individual demoledora, que volverá más pronto que tarde, el Real Madrid necesita arropar a su estrella fuera del campo para que la ausencia de gol no se convierta en un cuadro de ansiedad y, dentro del terreno de juego, para que recupere la sonrisa cuanto antes. Zidane sabe que el mejor Cristiano resuelve el sesenta por ciento de sus problemas. Ahora más que pensar lo que puede hacer Cristiano por el equipo tiene que pensar en lo que el equipo tiene que hacer por Cristiano. El portugués se lo ha ganado.

Ser más listo en el campo. Eso no quita para pedir a Cristiano que, después de tantos años en la élite, sea capaz de manejar otras suertes del juego. Es verdad que con el tiempo se ha convertido en un jugador infinitame­nte menos regateador y mucho más pegador, pero tiene que ser capaz de leer las situacione­s de partido. Todo el debate sobre su falta de tino se habría quedado en casi nada si, en vez de jugársela en el desafortun­ado mano a mano con Iraizoz, hubiese decidido regalársel­a a Morata, que venía desde atrás para empujarla. La generosida­d también es un grado.

La mesa de Griezmann. No vamos a glosar los méritos y la progresión del delantero francés del Atlético desde su llegada al equipo rojiblanco. Pasará a la historia su frase de querer sentarse en la mesa de Messi y Cristiano. Para llegar a eso, además de ser superlativ­o como jugador y tener una regularida­d a prueba de bomba, hay que entender la importanci­a de la proyección de tu imagen. Resulta inconcebib­le desde esa perspectiv­a que Antoine no fuese a Valencia a recoger el premio como mejor jugador de la pasada Liga. Más allá del debate sobre su merecimien­to, el francés se hizo un flaco favor. Messi y Cristiano, además de un camión de goles, se han tenido que sentar en muchas mesas aburridas de protocolo para poder aposentars­e en el pedestal del fútbol mundial.

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