El Madrid se mete en su sexta final consecutiva
Randolph resultó decisivo ante un Unicaja que sacó todo su orgullo
No nos merecemos perder 3-0”, había repetido Joan Plaza. Era un llamamiento al orgullo de su equipo, apelaba a que cada uno de sus jugadores tocara su límite para alargar la batalla. Logró lo primero; no lo segundo. Cayeron 3-0, pero lo hicieron de pie. El Madrid tuvo que abatir al rival para meterse en la final, la sexta consecutiva. Una racha que nunca había encadenado desde que existe el playoff. Y que ha conseguido con Pablo Laso en el banquillo. Lleva un impoluto seis de seis.
Los blancos mostraron más oficio en un espléndido último cuarto, que adecentaba el pobre espectáculo anterior en el que la pelea anuló al talento. Randolph fue una pieza fundamental en el desenlace, aunque no la única, después de firmar un flojo arranque plagado de errores y de falta de concentración. Pero se reveló como la figura decisiva del triunfo. Cuatro tapones y, en la segunda parte, 11 de sus 13 puntos. Le arropó Doncic, con esa frescura para encarar el aro que le encumbra: 8 tantos en el último parcial. Y le arroparon también Llull, Ayón, Reyes... El triunfo de un bloque acostumbrado a caminar por el alambre y que abraza el vértigo que paraliza a otros.
La amplia derrota en el segundo asalto (101-72) había dejado críticas muy duras. Actuación indigna, leímos. Y el Unicaja salió a lavar la imagen con todo lo que estuviera a su alcance. La puesta en escena tuvo más de querer que de poder, pero quería tanto que tomó el mando. Carlos Suárez emergió con tres triples, luego Musli tuvo su momento y Eyenga (aguerrido marcaje a Carroll) el suyo... Sin Omic y con Nedovic tocado (“Renovaré”, promete), el Unicaja amenazó con rasgar el duelo: 52-43. Quedaban 60 segundos para la bocina del tercer periodo y... entre Randolph, Doncic y Taylor colocaron el 52-51.
Escenario nuevo, partido blanco. Nedovic lo intentó sin éxito. Su equipo dominó el rebote, pero falló ¡47 lanzamientos! Y aun así Suárez tuvo un intento de campo a campo para forzar la prórroga. Demasiado lejos, demasiado tarde. El Madrid peleará por su tercera corona liguera consecutiva, algo que nadie alcanza desde hace veinte años. Y que el equipo blanco tampoco consigue desde 1986, con Corbalán y el mejor Fernando Martín. Palabras mayores.