El rodillo de Marcelino
La pegada del Valencia liquida a un peleón Leganés
Marcelino ha hecho de su Valencia una máquina de ganar. Es el mejor de su historia tras 11 jornadas, y tiene 98 años de vida. Ha sumado 27 de 33 puntos y sigue invicto. Sumó contra el Leganés su séptima victoria consecutiva. La primera vez que logra tal cifra en una misma Liga, y va por 83 temporadas en Primera. Lo hizo, lo de volver a ganar, en un partido espeso por lo bien organizado que estuvo el Leganés, en el que el Valencia fue de menos a más y en el que, sobre todo, hizo lo que el buen bloque de Garitano no fue capaz: matarlo cuando tocaba. A estas horas aún estará Beauvue pensando en la ocasión que erró al filo del descanso.
Fue Dani Parejo el que de primeras rompió el muro del Leganés. Lo hizo pronto. Ni un cuarto de hora había transcurrido cuando el capitán che encontró una rendija por la que superarlo. En concreto, por el hueco que dejó la barrera por su salto en una falta al borde del área. Su disparo, trastabillado por alguna pierna, sorprendió a Cuéllar. Era la forma de olvidar Parejo su decepción por la no llamada de La Roja y también el modo de arrancar el bus del Leganés.
Pese al gol, los de Garitano no perdieron el sitio. Para nada. El Leganés demostró en Mestalla que tiene 17 puntos por algo.
Los pepineros mantuvieron el orden y sacaron a relucir automatismos de equipo con entrenador. Así empezó Neto a ver las caras de Szymanowski y Eraso. El Valencia, mientras, en las fases en las que el Leganés hacía pequeño el campo, en las que entre Ezequiel y Beaveu apenas había 15 metros e infinidad de piernas, trató de sacar otros recursos más allá de su veloz contragolpe. Pero hasta el descanso no hubo más noticias de Cuéllar.
Lo contrario sucedía con Neto, al que cada vez se le veía más. A él, a Murillo y Garay, que se pusieron a achicar agua a diestro y siniestro. En uno de los pocos errores del colombiano, Beauvue tuvo su ocasión al filo del descanso. Pero su disparo a tres metros de Neto se marchó alto.
La cosa parecía reanudarse con el mismo guión, con un Valencia consciente de que su gol de ventaja no le aseguraba nada. Pero en verdad sí fue otro partido. Primero porque las piernas pepineras ya no estaban tan frescas y se dejaban huecos; y, segundo porque el Valencia sacó su versión voraz. Rodrigo y Guedes ronronearon al gol de la tranquilidad. El de Guedes fue un disparo al palo tras un recorte en un palmo al que debe ponerle ‘copyright’.
Aún así, en ese impás, los de Garitano quemaron sus últimos cartuchos. Primero reclamaron un penalti (no lo era) de Montoya sobre Szymanowski y después Eraso se plantó solo ante Neto, pero el meta, del que poco se habla y salva mucho, le ganó el mano a mano. Ahí acabó el Leganés. El partido lo hizo cuando Rodrigo empotró al balón en la red de cabeza. Mina, que sustituyó a un Zaza disgustado por no igualar la racha de Mundo de siete partidos haciendo gol, hizo el 3-0. Fue gracias a un penalti y a Parejo, que se lo regaló. Sueña Mestalla y tiene motivos.
Valencia Sigue invicto y suma siete victorias seguidas en Liga, 27 de 33 puntos