Aquel abrazo en el hotel de Milan y la profecía que hizo Jaume Ortí
■ Trabajaba en Superdeporte el año de la final de Champions de Milan. San Siro abrió sus puertas al Valencia tras partidos inolvidables en Mestalla contra el Arsenal y Leeds, noches de éxtasis futbolero como la de hoy contra el Barcelona.
El mismo día de la final, a primerísima hora, el gerente del diario nos ‘coló’ a un fotógrafo y un servidor en el avión de la Agrupació. Teníamos la misión de hacer un reportaje sobre el desplazamiento y, sobre todo, transportar centenares de periódicos para repartir por los aledaños del estadio. Pero, una vez allí, el director decidió que nada de salir zumbando de San Siro tras acabar la final para coger el avión de vuelta con los peñistas. Nos dijo que nos quedásemos a trabajar y ya se vería al día siguiente cómo y cuándo regresábamos.
Lo que pasó en la tanda de penaltis ya lo saben y esa noche, amarga noche, nos colamos a dormir en el hotel de unos compañeros. El 24 de mayo de 2001 despertamos en Milan con el penalti de Pellegrino aún presente y sin que nadie nos dijera cómo volveríamos a casa. Decidimos acudir al hotel donde se hospedaba el Valencia. Y allí, en el hall, de pie, mirando hacia la nada, estaba Jaume Ortí. Aún siento su abrazo y escucho sus palabras: “Lo siento, lo sentimos, díselo a los lectores, perdón por no haber ganado, haremos que sus lágrimas de ayer sean de alegría en el futuro”. Pocos minutos después de comentarle que no teníamos como volver, estábamos en la lista de un charter para familiares de jugadores. Once meses después, el Valencia ganaba la Liga en La Rosaleda. Gracias por tanto Jaume.—CONRADO VALLE