AS (Valencia)

Debate en casa de los Íñiguez: fútbol o basket

Roberto, padre del central Pablo, es entrenador profesiona­l

- DAVID ESTEVE /

De quintetos, de onces, de tiros libres, de penaltis, de canastas, de goles... De fútbol y baloncesto se ha hablado siempre en casa de los Íñiguez de Heredia. Es lo que tiene cuando dos pasiones conviven bajo un mismo techo. Roberto Íñiguez y Pablo Íñiguez son padre e hijo. Cada uno se decantó por una pelota y “la suerte”, como ellos dicen, es que han podido cumplir su sueño.

Roberto Íñiguez fue jugador profesiona­l de baloncesto y desde hace años es entrenador de baloncesto femenino. Y además de los laureados. Roberto tocó la gloria con el Ros Casares tras ganar una Euroliga, entre otros muchos títulos.

Pablo, a sus 24 años, espera tener un futuro igual de exitoso que el de su padre. De momento, el central del Hércules ya debutó con el Villarreal en Primera, fue internacio­nal sub-21 y ahora está siendo uno de los puntales del liderato blanquiazu­l. Hasta los siete años, Pablo jugó al baloncesto. “Después del cole me iba a tirar a canasta con mi padre. Luego, me decanté por el fútbol, pero el baloncesto siempre me ha gustado. Soy un apasionado de la NBA”, reconoce a AS el pequeño de los Íñiguez. Jamás hubo ningún conflicto entre padre e hijo por decantarse por las porterías, Roberto Íñiguez llegó a jugar en ACB con Valencia Basket. Luego, estuvo casi una década en la escuela ‘taronja’. Sus grandes éxitos llegaron como entrenador femenino. En la 2012-13, ganó la Liga y la Euroliga con el Ros Casares. También pasó por Turquía o Rusia, entre otros sitios. Ahora dirige al Sopron de Hungría. en lugar de las canastas. “Al contrario, mi padre prefirió que jugase al fútbol porque si no, sería muy pesado y me daría el coñazo”, bromea Pablo. Roberto también cree que “existirían más conflictos” si su hijo hubiese apostado por el baloncesto. “Supe que iba a ser futbolista cuando un día fui al colegio a recogerle y le vi sudando y disfrutand­o con el balón”, admite Roberto.

“Mi padre siempre intenta ayudarme y me da consejos como entrenador para que pueda aplicarlos. Siempre me ha dicho que disfrute y sea constante”, dice Pablo. “Mi hijo tiene un respeto absoluto por los entrenador­es, los equipos y los directivos porque lo ha vivido en casa de pequeño. Peca de exceso de humildad”, admite el mayor de los Íñiguez. Desde Hungría, anima cada domingo a su hijo. Es un herculano más por el mundo.

Decisión “Mi padre prefirió que jugase al fútbol para no darme el coñazo”

UN PALMARÉS IMPORTANTE

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DOS PASIONES. Pablo Íñiguez posa para AS en el Rico Pérez con pelotas de fútbol y baloncesto.

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