Valverde y dios
LaLiga. ● Por ejemplo, ese gesto ambiguo de Ramos, que es el capitán del Madrid, cuando buscó una tarjeta en Ámsterdam, no es una gracia que reclame perdón como si fuera un guiño adolescente. Él es el capitán del equipo más importante de la historia de la Champions, cada uno de los gestos tiene repercusión no sólo en los resultados sino en los muchachos que lo están viendo. Su confesión y luego su rectificación no son travesuras de un chiquillo: son malos ejemplos para los chiquillos. El fútbol es distracción y ejemplo, no representa una ficción sino un espejo. A Ramos también le vendría bien una fe de errores. ● Hay goles sencillos y rocambolescos. Eso dijeron el sábado en Carrusel del que marcó Griezmann al Rayo. En efecto, fue un gol marcado por lo menos en tres tiempos, como ese penalti que erró Messi ante su amigo Masip, que fue capaz de pararlo dos veces. Me fijé en algo más con relación a ese gol del Principito: una vez marcado con tanta parafernalia, todos sus compañeros fueron a acompañarle en la celebración. Fue también un barullo rocambolesco al que se sumó el otrora goleador, Diego Costa. Éste golpeó en la espalda a Griezmann para que reparara en que él también había ido a felicitarlo. Como un niño. ● La renovación de Valverde en el Barça no ha sido celebrada como se debe. Hubo mucha controversia sobre la posibilidad de que no siguiera al frente del equipo. El banquillo azulgrana ha pasado, sucesivamente, por la revolución de los modos y por los modos tranquilos, y Valverde, artista de la fotografía y por tanto amigo de la paciencia, es una persona a la que, en el banquillo, se le ve cada sentimiento, pero es tranquilo como un maestro. Dani Garrido dijo ante el micrófono. “Para mi es un dios”. Un dios tranquilo, eso es. Me alegra que espíritus así estén al borde de la cancha.