Ismael Jorge
—La liga coreana comienza por fin. ¿Está nervioso?
—Lo llevo con ilusión. Por fin arranca esta aventura después de tres meses de pretemporada sin saber cuándo iba a comenzar la temporada. Estaba siendo duro. —Usted acababa de llegar al Ansan Greeners cuando la pandemia estaba expandiéndose por todo el mundo.
—Sí, cuando en Corea la situación empezó a ponerse mal, a mediados de enero, yo me estaba incorporando al equipo, que estaba de pretemporada en Turquía. No sé cómo llegaron a ser de duras las medidas en Corea porque nosotros pasamos un mes en Turquía y cuando regresamos la vida ya era normal dentro de lo que cabe. No había competiciones ni conciertos ni ningún tipo de eventos que provoquen aglomeraciones, pero por lo demás se puede hacer vida normal: está todo abierto y no te ponen problemas por salir a la calle.
—¿Qué medidas se han tomado para que el fútbol vuelva?
—La semana pasada se hicieron los test PCR obligatorios para todos los equipos, desde jugadores a empleados del estadio. Además, en nuestro equipo nos toman la temperatura a diario antes de entrar al campo de entrenamiento, una medida implantada cada vez que alguien entra en un sitio público, y por la noche también le mandamos al médico del equipo la temperatura. Pero ya está. La rutina de entrenamientos ha sido la habitual,
—Se le nota tranquilo.
—Los futbolistas somos unos mandados. Evidentemente, existe un miedo al contagio, pero nosotros somos un grupo de 30 personas que
—¿Cómo se lanzó a esta aventura?
—Yo estaba jugando en el Pinto y fue un ojeador a verme en pretemporada. No me lo pensé mucho, era mi oportunidad para saltar al profesionalismo y vivir del fútbol. De momento la experiencia es increíble. Estoy conociendo la otra parte del mundo donde todo es absolutamente distinto y económicamente he dado un salto cualitativo importante.
—¿Se entiende con sus compañeros?
—El idioma es casi imposible. En el equipo hay un traductor de portugués, porque de los cuatro extranjeros que somos, los otros dos son brasileños y el tercero es líbanés. Me entiendo con el traductor en portuñol y para mí es como un entrenador más. Está todo el rato detrás nuestra dándonos las indicaciones y donde noto más su presencia es en las charlas del entrenador, sin él estaría perdido. Luego, una vez que empieza el partido, sólo existe un idioma, el de la pelota.
—¿Cómo ve el nivel del fútbol coreano?
—No lo sé todavía. Hemos jugado contra equipos universitarios en la pretemporada, pero no con ningún equipo profesional de Corea. Ahora mismo ni siquiera sé el nivel real de nuestro equipo porque no he podido compararlo con los demás.
Adaptación “Todavía no sé cómo es el nivel de la liga, ni el de mi equipo”