La tercera oportunidad de Catalina Corró
Un tumor se cruzó en su camino
En la piscina de Camp Clar de Tarragona se vivió una de las tardes más memorables de los Juegos Mediterráneos de 2018. Catalina Corró, que había sido operada en 2017 de un tumor en la cabeza, se impuso en los 400 estilos y se colgó el oro. Duane da Rocha rompió a llorar y la piscina se emocionó. “Es mi lugar favorito”, comenta la balear, quien en pocas semanas volverá a Sabadell para continuar con los entrenamientos.
“En 2017 se cancelaron los Juegos Mediterráneos y en 2018 pude ir. Ahora tenía la puerta de los Juegos Olímpicos casi cerrada, pero al posponerse se me ha abierto una ventana”, comentó para la Federación Española de Natación (RFEN). Ya se ha sometido a tres operaciones. “Cada vez logré recuperarme antes y tirarme más rápido al agua”, avisa, lo que resume, a su juicio, su manera de ser: “Tengo mucho espíritu de sacrificio, nací con ello. Soy exigente conmigo misma. Estoy intentando que mis entrenamientos sean con más calidad que cantidad, y cuanto más feliz soy, mejor nado”.
De niña jugaba al fútbol e iba a la piscina, hasta que tuvo que tomar una decisión. “Recuerdo que no teníamos vestuarios de chicas y que los chicos no me pasaban el balón… Entonces decidí hacer natación, mis padres también querían eso”, comenta. La mallorquina es una de las nadadoras más versátiles, capaz de competir en pruebas de estilos, espalda o de fondo, con notables resultados en el circuito español.
La estilista siempre ha hablado abiertamente de sus problemas de salud. Sus estudios de Medicina (sigue acudieron la universidad) le han ayudado a racionalizar los golpes del destino. “No es fácil volver a hablar de lo que me ha pasado. Lo hago porque hay que dar el ejemplo, no pasa nada, lo puedes sobrellevar. Es normal que estés mal. La segunda operación me hundió, pasé el peor mes de mi vida, pero sentir el feedback de la gente me hizo pasar el luto y venirme arriba”, argumentó.
“La vida puede empezar a darme una tregua”, dijo sin perder la sonrisa. Corró destaca en los 400 estilos, aunque esta prueba cuenta con Mireia Belmonte y Alba Vázquez como candidatas principales a conseguir la mínima. “Hay que jugar”, advierte, sin olvidarse de los 200 estilos, una prueba que no le gusta tanto.
Esos obstáculos que ha tenido que superar la han “cambiado”. Y aconseja a sus compañeros “disfrutar y entrenar mejor, solo así se puede nadar más rápido. No es una cuestión de cantidad”.