AS (Valencia)

Pero no golpea

Simeone sacó al final toda su artillería y su equipo mereció puntuar ● Íñigo Martínez resultó decisivo

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daño. Villalibre, a trompicone­s, se llevó un balón pasada la media hora, pero Oblak sacó bien el disparo. Trianguló con criterio el Athletic, pese a la velocidad que le impuso a todas sus acciones.

El segundo tiempo fue muy distinto, con el Atlético ya volcado ante la portería rival y creando peligro, para lo que tuvo que darle mucha más rapidez al juego. Los madrileños abrieron bien el campo y tuvieron diez minutos donde dispusiero­n de ocasiones de Llorente, Correa y Carrasco. El Athletic ya no se sintió tan cómodo y sobrevivió como pudo al asedio de los del Cholo. Sin embargo, la oportunida­d más clara la tuvo Sancet en una contra vertiginos­a, pero el disparo del punta se fue alto. Pudo ser el 2-0 y la puntilla. A la hora de encuentro el técnico del Atlético puso en liza a toda su artllería con la entrada de João

Félix, Lemar y Luis Suárez. Llorente ocupó el lateral derecho y el líder siguió abriendo campo, con João Félix y Lemar bajando a recibir y Luis Suárez presto al remate.

El Atlético mereció el empate y lo logró en acción de estrategia. Tuvo ocasiones para marcar y lo hizo en un saque de esquina con Savic imponiéndo­se en el juego aéreo. Con cuarto de hora por delante el líder encontró premio, aunque buscó el triunfo. Pero la alegría duró poco en el equipo rojiblanco, puesto que el Athletic marcó también en un saque de esquina. Íñigo Martínez hizo el 2-1 saltando por encima de todos sus rivales. El gol dejó los tres puntos en casa y pone al equipo madrileño contras las cuerdas.

REPORTAJE GRÁFICO: AIOL Y AGENCIAS

El Athletic se debía a sí mismo este gozo tras ocho partidos llenos de impotencia. Morcillo y Sancet tenían que soltarse de una vez. A este último le ayudó que Marcelino se sacó el corsé, deshizo su intocable 4-4-2 y le permitió jugar entre líneas, en un 4-1-4-1. Ahora el técnico tiene que persistir, dar confianza a los chavales. Su equipo salió intenso y dinámico, con transicion­es rápidas y dos toques. No dejó combinar al Atlético. El gol le dio confianza para insistir con su idea. Ni la lesión de Capa, que intervino en ese tanto y fue de los mejores en la profundida­d por fuera junto con Berenguer y Morci, les sacó de la vía. Villalibre fijó a los centrales para desahogar e Íñigo estuvo imperial. Raúl García lo vio desde su casa por la fiebre. El partido que más le apetecía. Reventaría el termómetro con tanta pasión.

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