Lewandowski tira del carro
El polaco suma más goles que siete equipos de Primera División y sus números, 16 tantos en 14 partidos, sólo son superados en Europa por Haaland
Robert Lewandowski es el delantero más en forma del fútbol europeo, con permiso del ariete del City, Erling Haaland. Sus números son tan incontestables como rotundos: suma 16 goles en 14 partidos (11 en LaLiga y cinco en la Champions). Sólo el delantero del City es capaz de mejorar tan espectaculares registros, al alcanzar los 20 goles en 14 partidos. No hay duda que entre el polaco y el noruego se van a disputar la Bota de Oro, ya que el resto de invitados a la mesa parecen vivir en dimensiones totalmente paralelas a la de estos dos grandes depredadores.
Centrándonos en Lewandowski, su aportación goleadora en el Barcelona es tan incuestionable que hasta deja un poco mal al resto de atacantes del equipo. De hecho, ha alcanzado ya el 50% de los goles que suma el equipo: 16 de 32 tantos. Las diferencias entre el polaco y el resto de delanteros son simplemente abismales. Pero también hay un mundo si nos ceñimos al pichichi, que encabeza Lewandowski con holgura, aventajando en cuatro goles a sus más inmediatos perseguidores: el delantero del Espanyol, Joselu, y el del Betis, Borja Iglesias, con siete tantos cada uno. El actual Balón de Oro, Karim Benzema, queda aún más lejos del blaugrana, con cinco dianas.
Las estadísticas del exariete del Bayern son aún más espectaculares si lo comparamos con el potencial goleador de otros equipos de LaLiga. De hecho, Lewandowski suma más goles que siete equipos de Primera: Cádiz (4), Elche (6), Mallorca (7), Osasuna (10), Sevilla (10), Valladolid (10) y Getafe (10). Pero no sólo eso, sino que está empatado con tres más: Celta (11), Almería (11) y Rayo (11). Ante semejante aluvión de números, no es de extrañar que el blaugrana se postule de nuevo para varios premios individuales. Es evidente que el pichichi lo tiene en el zurrón, mientras que la
Bota de Oro parece más complicada, sobre todo si Haaland mantiene las estadísticas que está firmando en el Manchester City. Aunque evidentemente el más preciado por todos es el Balón de Oro, un premio que se ganó a pulso en 2020, pero que la pandemia le obligó a desistir. Y lo mejor de todo es que Robert no sólo son goles y números, sino que además se ha convertido en un ejemplo en el vestuario y absoluto líder de la plantilla. Un fichaje que, según reconocen desde el propio club, no deja de sorprender y en positivo cada día que pasa. En los primeros momentos difíciles del Barça este curso, ha demostrado liderazgo.
Hay que remontarse 26 años atrás para encontrar al último jugador debutante en la Liga que firmó diez o más goles en las primeras diez jornadas de Liga. Fue Ronaldo, que lo hizo con el Barça en el inicio de la temporada 1996-97. Más lejos quedan los registros de Romario (1993-94), Krankl (1978-79) y Cruyff (1974-75), que también igualaron o superaron la decena de goles en las primeras 10 jornadas. Todos, con el Barça. De esta forma, Lewandowski ha superado los registros firmados por Zlatan Ibrahimovic, que tardó 12 partidos para anotar sus 10 primeros goles en LaLiga, o el mismo Cristiano Ronaldo, que necesitó 13 compromisos para llegar a la decena de goles en su primera temporada en el Real Madrid.
Compromiso En su primer momento duro en el Barça, ha mostrado su liderazgo
Gran debutante Desde Ronaldo en 1996, nadie había hecho diez o más goles a estas alturas
Es típico del aficionado culé saltar del entierro al bautizo como si por el camino solo hiciese falta cambiar de corbata. Y no pasa nada, no hace falta disimular ni esconderse. La vida son dos días y no merece la pena estancarse ni ceñirse a los convencionalismos sociales. Disfrutamos ese punto de bipolaridad autodiagnosticada y a nadie debemos explicaciones, menos aún a unos rivales que siempre aparecen prestos para enmendarnos la plana: si celebramos, porque celebramos; si queremos quemarlo todo, porque no hemos solicitado el permiso de quema pertinente. Como no dijo nunca nadie –lo entrecomillo solo por precaución-, “nuestra chaladura, nuestras normas”.
El domingo por la tarde, después de caer en el Bernabéu como en los tiempos de Butragueño y García de Loza, parecíamos dispuestos a todo: despedir a Xavi, enfrentarlo con su hermano en combate singular, deportar a Rafinha y Dembélé, meter a Busquets en un ataúd sin tapa, como en esa fiesta gallega donde pasean a los vivos amortajados porque, yo qué sé, los gallegos somos así de riquiños incluso con la muerte... Hasta Laporta empezaría a temer por el cargo intuyendo la llegada del frío y el tono negro a las portadas que, como todo el mundo sabe, suele anunciar el inicio de la guerra entre dos mundos.
Todo parecía perdido, empezando por la razón, y la tierra quemada se compactaba bajo nuestros pies hasta que saltó el equipo al Camp Nou para enfrentarse al Villarreal, se puso a danzar como los ángeles y nos recordó que el Barça también es esto: un grupo de cachondos que a veces juega al despiste, como si nada importase demasiado y mucho menos quedar fuera de la Champions, que es una competición para catequistas y empleados de banca. Recuperó el orden, personificado en un Ferran Torres que cuida el balón como si fuese un hermano pequeño. Y en Frenkie de Jong, que nos hizo recordar que se puede ir por la vida de moderno con un peinado del siglo pasado: todo vuelve, también los holandeses y las modas.
La Liga ya es nuestra, en definitiva. Al menos hasta mañana. O hasta la semana que viene, quién sabe... No olviden hacer acopio de corbatas, por si acaso.
El equipo se puso a danzar como los ángeles y nos recordó que el Barça también es esto